domingo, 8 de noviembre de 2009

28 - Confrontación

Antes de que llegue Claudio, predispongo la habitación para lo que vamos a hacer a continuación. Ubico ambas sillas bien enfrentadas en el centro de la habitación. Convenientemente dejo un almohadón en el piso cerca de mi silla. Es muy posible que debamos utilizarlo. Reviso detenidamente todas mis notas relacionadas al caso, para tratar de guardar los detalles en la memoria y no fallar en alguno; los golpes en la puerta me anuncian que Claudio ha arribado.

Le pido que se siente frente a mi, le informo que tendremos un diálogo y que cierre los ojos. Que por ningún motivo los abra hasta que le indique, ni que se levante de la silla. Iniciamos el psicodrama.

- Claudio, soy tu padre - le digo

No me contesta.

- Claudio, contestame. Soy tu padre. Me llamaron y me pidieron que venga. Dijeron que necesitabas decirme algo. Te escucho - intento nuevamente

Claudio sigue callado con los ojos cerrados. Noto tensión en sus brazos y piernas. Vuelvo a intentarlo,esta vez más agresivamente.

- Muchacho. Me hacen venir hasta acá, por que dicen que necesitas decirme algo. Sabes que no dispongo de mucho tiempo libre, y cuando vengo, no tenés nada que decir. Explicame esto.
- Yo no lo llamé señor - me contesta
- No tenés nada para decirme?
- No señor

Claudio se niega a entrar en el diálogo. Busco una alternativa.

- Bueno, yo ya estoy acá. Si no tenés nada para decirme, voy a aprovechar yo para decirte un par de cosas. Te das cuenta de todo el esfuerzo que puse en tu educación y vos lo retribuís de esta forma? Te tienen que encerrar por que dicen que intentaste suicidarte. El suicidio es de cobardes. Yo no crié un hijo para que sea un cobarde. Yo lo crié para que sea el mejor. Me estas defraudando.
- Perdoneme señor, no quise hacerlo
- Encima, me dicen que sos un adicto, que consumís cocaína. Que es esto? Después que? Vas a consumir paco también? Yo se quien tuvo la culpa de esto. Sí, lo se. Tu mujer, Sofía. Ella con sus exigencias, siempre con ganas de viajar, al caribe, a europa, siempre comprándose vestidos y zapatos nuevos... claro, ella te exigía demasiado, es lógico que hayas terminado por consumir drogas.
- Ella no me exigía nada papá
- A mi tratame bien. Nada de "papá". Tratame como corresponde. Tratame de usted o de señor como te hemos enseñado. O acaso te hiciste puto también? Lo único que falta es que te pongas a llorar, como hiciste en el funeral de Sofía. Que avergonzado me sentí de verte llorando ese día.
- Papá, a Sofía dejala en paz. Ella nunca me exigió nada. Acá el que por treinta y cinco años vivió exigiéndome cosas fuiste vos. Vos, con tus estúpidas exigencias.
- No te permito
- Vos - interrumpe, vamos muy bien - exigiéndome a mí y a mis hermanos todo el tiempo, lo único que lograste es que te tengamos temor y te guardemos rencor. Sabelo. Para vos nada fue suficiente, nunca. Siempre quisiste más de nosotros, nunca te conformaste, y si no estábamos a la altura de lo que querías, nos ridiculizabas, nos imponías castigos. No papá, no le eches la culpa a nadie, asumí que no fuiste un buen padre.
- Yo no tengo nada de que hacerme cargo. Les dí la mejor educación. Traté de formarles carácter, de que no sean pusilánimes. Me doy cuenta que fallé. Ninguno, y menos vos, en quien deposité mis mayores expectativas, estuvo a la altura de lo que esperaba. Los tres fallaron. Tu hermana, una putita que lo único que sabe hacer es abrir las piernas y tuvo un hijo de soltera. Tu hermano, que abandonó los estudios y hoy trabaja de empleado en un banco. Y vos, estas irreconocible. Un adicto. Un cobarde. Un llorón, como tu hermano. Me das asco.
- Vos. Vos tenés la culpa de mi adicción. Vos y nadie más que vos me llevó a querer superar todas mis limitaciones. Vos me pedías más y más. Querés que te diga eso, querés que te diga lo que creo? Sí. Creo que fuiste vos el gran culpable de todo lo que nos pasa a los tres.
- A mi no me vengas a querer endilgar tus miserias, muchacho. La ropa sucia se lava en casa. Si te cagaste en los calzones, si el mundo era demasiado duro para vos, no vengas a tirarme tu ropa interior cagada en la puerta de mi casa a pedir que te la laven. No. Conmigo, esa no va.
- Por treinta y cinco años me banqué estas actitudes tuyas papá, pero se acabó. Nunca más, quiero que te quede claro.
Noto que Claudio ya no se puede controlar, tiene los puños apretados. Coloco el almohadón entre nosotros y disparo la estocada final

- Ja. Por treinta y cinco años yo estuve esperando que me enfrentaras, estuve esperando una reacción de este tipo. Pero no, tenias la sangre aguada. Nunca tuviste los huevos necesarios para enfrentarme. Ni vos, ni tus hermanos. Y me echan la culpa a mí. Tu madre, ella era la culpable. Ella no supo nunca seguirme los pasos. Mirá lo que logró: tres fracasados.

Claudio incapaz de contenerse se abalanza sobre el almohadón, y sobre mi con golpes de puño.

- Te odio! Te odio! Hijo de puta! - grita mientras sigue golpeando el almohadón. Finalmente desiste de seguir pegando y estalla en llanto. Habíamos logrado hacer catarsis.

- Claudio, abrí los ojos por favor - le digo, mientras le acerco la caja con los kleenex. Espero a que se calme, se limpie las lágrimas y continúo - lo que pasó acá, es sólo una caracterización. No se pretende de que vayas, discutas y le pegues a tu padre, sino que dentro de este espacio, te permitas externalizar, decir, las cosas que profundamente sentís y que en otros ámbitos no lo podrías hacer. Lo entendés?
- Sí. Lo entiendo. En el fondo, entonces, odio a mi padre?
- No creo que verdaderamente odies a tu padre. No. Creo que sí tenés sentimientos de mucha bronca guardados y que tal vez sí odies los métodos que uso tu padre en tu crianza y la de tus hermanos. Pero no veo que ese sentimiento se traslade hacia un odio filial. - hago una pausa y prosigo - Como te sentís?
- Raro. Como si flotara.
- Bueno, andá ahora y descansá. Seguramente tendremos otras sesiones de este tipo. No se si con la misma intensidad. En tu interior aún hay muchas cosas reprimidas que serán convenientes sacar a la luz, cosas que tenés para decirle a tu padre y a tu madre seguramente.
- Bueno. Gracias por ayudarme.

Observo como Claudio se va por la puerta. Costó, pero logré hacer que se anime a decirle a "su padre" algunas de las cosas que lo vienen atormentando. Creo que fue una sesión positiva.

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