sábado, 31 de octubre de 2009

22 - Noticias de la familia

Gabriel inicia las sesiones de esta tarde. Se lo ve de buen humor, contento.

- Hola Gabriel, hoy estas de buen ánimo, por lo visto
- Sí, estoy contento. Ayer vinieron a verme tres de mis hermanos, Lucas, Mario y Lorena, hablamos mucho.
- Que bueno. Contame sobre ellos.
- Nosotros somos siete hermanos, le dije, no? Bueno, la mayor Claudia vive en Chicago con su marido y sus hijos. Germán el segundo trabaja en una petrolera y creo que ahora está en el Mar del Norte, cerca de Escocia. Lorena es la tercera, que esta separada y vive acá en capital. Después viene Mario, casado también. Los restantes somos todos solteros, Facundo, Lucas y yo y vivimos acá. Facundo y Mario son mellizos. De los cuatro hermanos que me quedan viviendo acá, sólo Facundo no vino. Por lo que me dieron a entender, está muy enojado conmigo, lo mismo que mis padres.
- Porque decís eso?
- Entre líneas me lo dijeron. Mi madre llora y se echa la culpa todo el día y mi padre casi no habla con nadie. Facundo llegó a decir en una reunión familiar que yo era una deshonra para la familia. Se armó una discusión con mis otros hermanos y mi padre se fue de la reunión sin opinar.
- No veo por que vayas a ser una deshonra, es una lástima que piense así. Y como te encontraron?
- Dijeron que muy bien. Lorena me abrazó un largo rato y se puso a llorar. Mario me dijo que no me preocupe por nada, que cuando saliera de acá me fuera a vivir a su casa, que él me iba a ayudar a rehacer mi vida, que me aceptaba como fuera por que era su hermano menor. Y Lucas, me dijo mas o menos lo mismo. Me cagó a pedos por no haber hablado antes con él y contarle las cosas que me pasaban. Con Lucas como eramos los menores y solo hay un año de diferencia, siempre nos llevamos bien, además somos dos gotas de agua físicamente. La gente llegaba a pensar que él y yo eramos también mellizos. Es más, me sorprendió y me dijo que él ya lo sospechaba desde hacía tiempo.
- Y como así?
- Me contó en privado que él lo de Juan lo sabía por que Juan se le había insinuado un par de veces y él lo había rechazado. Al tiempo, cuando vio que yo me relacionaba con Juan y me desaparecía alguna que otra tarde empezó a sospechar que entre nosotros dos pasaba algo, que como Juan no se lo había podido levantar a él, me había elegido a mí. Fue a verlo a Juan y le preguntó que tipo de relación tenía él conmigo. Juan le dijo que se quedara tranquilo, que eramos sólo amigos, pero Lucas no le creyó y le pidió que dejara de verme. Allí me cayó la ficha. Por eso fue que Juan abruptamente cortó nuestros encuentros dos meses antes de irse a España.
- Y vos, como tomaste esta confesión de tu hermano, su intromisión en tu vida privada?
- Lo entendí a Lucas. Yo en su lugar hubiese hecho lo mismo, o tal vez hasta lo hubiese golpeado a Juan. Lucas siempre trató de protegerme, lo hacía sentirse importante tener un hermanito menor a quien cuidar. Le conté todo lo que había pasado con Juan y le pedí disculpas por haberme involucrado con su amigo. Él me pidió disculpas por no haber hablado a su tiempo conmigo sobre lo que sospechaba. Nos abrazamos y jugo con mi pelo, como hacía cuando eramos niños.
- El balance de la vista fue positivo entonces?
- Sí. Pienso que sí. Aunque me molestaron algunas cosas.
- Cuales?
- Para empezar la actitud de mis padres. Era de suponer que lo tomaran así, aunque en el fondo pensaba que se les iba a pasar y que vendrían en la primer visita, charlaríamos y que estaría todo mas o menos bien. Pero no, no fue así. Va a ser duro cuando salga y no pueda verlos, ni celebrar más los cumpleaños, o pasar las fiestas juntos.
- Bueno, no nos adelantemos, dales tiempo para que digieran los hechos. El paso del tiempo generalmente cura todas las heridas. El no verte y no tenerte cerca seguramente va a influir para que sientan nostalgia por ver a su hijo menor. Confiemos en que todo esto sea una etapa pasajera nada más.
- Como sea. Eso me molestó, así como la actitud de Facundo. Justo él.
- Porqué decís, "justo él" a que te referís?
- Facundo siempre fue mi modelo de hermano mayor. Cuatro años mayor que yo, él y Mario a pesar de ser mellizos eran totalmente opuestos. Mario siempre fue el estudioso, el que sacaba las mejores calificaciones, el que nunca tenía tiempo para jugar con nosotros. Mario, siempre serio, con sus anteojos, sus libros, su computadora, era de todos mis hermanos con el que menos me llevaba, no lo respetaba y hasta me burlaba de él. Facundo en cambio era el que siempre estaba feliz. No le importaba llevarse tres materias a marzo, él era feliz siempre y cuando pudiera jugar al rugby o salir a fiestas con chicas. Fue el Don Juan de la casa, las chicas hacían cola para que Facu les diera bola. Él siempre tenia tiempo para Lucas y para mí. Nos llevaba a jugar al fútbol, a la cancha a ver a Los Pumas. Llevó a Lucas a debutar y ofreció llevarme a mí en su momento. Siempre tenía una broma o un chiste en la punta de la lengua, siempre disculpándonos frente a mi papá. Yo siempre quise ser como él y siempre me sentí incapaz de igualarlo. Mire como son las cosas, hoy Facundo ni siquiera quiere verme y el que me tiende una mano es Mario, aquel al que nunca respeté.

Mantengo silencio mientras espero que Gabriel recopile todos los recuerdos de su infancia y adolescencia y los contraste con la realidad del día de hoy. Pasados un par de minutos, rompo el silencio para hacer una pregunta relacionada con algo que me quedó dando vueltas del relato de Gabriel.

- Dijiste que tu madre llora y se lamenta todo el día, echándose la culpa por lo que pasó. Porqué pensás que ella actúa así?
- Creo que puede deberse al hecho de que de niño, siempre la escuché decir que ella quería cerrar la fabrica con una nena. Ella en mi caso esperaba una niña. Si hasta el nombre lo tenía elegido, me iba a llamar Gabriela y tenia el ajuar mayormente rosa. Pero nací varón. Tal vez ella ahora se lamenta que de tanto desear una nena, le haya salido un varón medio nena, osea yo.
- Entiendo. Como terminaste la reunión con tus hermanos?
- Los abrace a cada uno muy fuerte y les pedí que volvieran, que no me dejaran sólo. A Lorena le pedí que le de un mensaje a mis padres.
- Que mensaje?
- Que yo también los amaba
- Me parece un muy bello mensaje, muy bien Gabriel, dejemoslo hoy en este punto, nos vemos en la siguiente sesión.

21 - Un placer embriagador

Claudio llegó después de Susana. Se lo ve ligeramente alterado, se sentó frente a mi y empezó a hablar sin que hiciera falta que lo invitara a hacerlo.

- Estoy pensando en renunciar a la empresa cuando salga de acá.
- Ajá, y a que pensás dedicarte?
- No lo se, aún no lo he decidido, tengo algunas ideas, pero nada concreto
- Y cual sería entonces la razón para que renuncies?
- No quiero volver a ese ambiente de competencia. No quiero verme obligado a besar traseros todo el tiempo. No quiero sentir la necesidad de tomar cocaína otra vez.

Apareció. En todo este tiempo en forma adrede evité sacar ese tema, esperaba que el lo trajese a flote, que lo reconociera por motu propio, para que no pareciera ser un tema impuesto desde mi lado.

- Cocaína. Dime, que tiene que ver tu trabajo con eso? Que te hace pensar que en otro ámbito laboral estarás inmune? Hablemos de ese tema por favor.
- Empecé a tomarla a los veinticinco años, cuando estaba terminando la licenciatura y a la vez trabajaba. Se me hacían interminables los días en la oficina y las noches estudiando. Una noche, estudiando con un amigo en su casa, hicimos un alto por que estábamos los dos reventados de cansancio. El fue hasta el baño; cuando volvió se estaba secando la cabeza con una toalla, se la había remojado en la ducha, pero no sólo eso, venía con todas las pilas puestas. Recargó las baterías mágicamente. Como yo no daba más le dije en broma -dejame refrescar la cabeza en tu ducha, debe se milagrosa, mirá como estas, pilas!- a lo que me contestó -no estoy pilas por el agua sino por este sobrecito- y sacó un sobre con cocaína que me ofreció. Al principio dudé, pero ese exámen final era muy complicado, y a mi amigo no le iba nada mal rindiendo, que podría hacerme un poco de ayuda extra? Probé y fue como si me inyectaran potencia extra, como si toda la vida hubiese tenido un turbo en el auto pero nunca lo hubieran encendido. Me sentí el rey del mundo, poderoso, capaz de cualquier cosa, a partir de ese momento cada vez que se me presentaba un reto, chico o grande, con la ayuda del polvo mágico conseguía la fuerza necesaria para superarlo.
- Siempre fue así? consumías sólo cuando se te presentaba un reto a vencer? o eso cambio en algún momento?
- Al principio sí. Era algo esporádico, sobretodo en época de exámenes o si debía presentar algún proyecto en la empresa y me quedaba hasta tarde en la oficina. Después se empezó a hacer más frecuente la necesidad de sentir esa fuerza, ya lo hacía por el placer de sentirla, era un placer embriagador. El día que me casé, recuerdo, me había hecho conseguir medio gramo de extrema pureza. Como bailé esa noche...
- Te embriagaba el placer de drogarte con cocaína. Interesante modo de verlo. En una misma frase
- Yo nunca dije que me drogara - me interrumpe - para mi consumir cocaína no era drogarme, era una forma de obtener un poder, una fuerza superior.
- Pero, sos consiente que la cocaína es una droga, no?
- Sí, a lo que me refiero, es al hecho de que yo no era un drogadicto. La tomaba como un aditivo. Algo que le pones al motor y te de mayor potencia en la salida, un Bardahl, me entiende? A ver... yo no me considero un alcohólico por ejemplo, pero si voy a una cóctel o a una fiesta bebo moderadamente. Lo que se denomina un bebedor social, el que toma para divertirse, desinhibirse y pasarla bien, pero hasta ahí, no se emborracha. Con la cocaína, yo era así, lo hacía por placer, no por falopero.
- En los últimos meses con que frecuencia buscabas ese placer, Claudio?
- Depende - me dice titubeando un poco- dos, no, tres veces por semana, un par de veces, más.
- Claudio... Con que frecuencia?
- Casi a diario - confiesa
- Un bebedor social que siente necesidad de beber a diario puede seguir siendo considerado un bebedor social o no?
- No - me dice, presintiendo adonde voy - ya es un alcohólico, pero en mi caso nunca consumí cocaína hasta quedar inconsciente, salvo... - hace una pausa, la cual respeto - ...salvo el día del accidente.
- Antes de llegar ese evento quisiera que sigamos analizando los hechos cotidianos. Sentías necesidad de consumir casi a diario, te embriagaba esa sensación de poder, el placer del poder, consumías sin llegar al extremo, pero constantemente. Aunque, no te consideras un adicto.
- No, no me considero así
- Te hago una pregunta. Si hoy te encontraras en tu habitación al regresar, un sobrecito con cocaína, la consumirías?
- Sí, seguramente sí. - me dice luego de reflexionar la respuesta
- Pero acá, en la clínica, no estas en un ambiente que te genere retos a superar, no existe el factor principal de motivación, no necesitas sentirte poderoso. Porqué la tomarías?
- Por el placer que genera y por que hace un buen tiempo que no la tomo.
- Claudio, hay algo que necesitas reconocer. Sos un adicto. No sos un consumidor ocasional. Tomarías cocaína hoy, por que te gusta hacerlo, por que tenés una necesidad. Acá adentro de la clínica no la consumís por que no la conseguís, pero si la tuvieras a tu alcance lo harías. Psicológicamente no has realizado el corte de esa dependencia, la necesitas, y es algo que debes meditar para trabajar y resolver. Ya te ha causado daños irreparables, debes ser consiente de eso. Por más que cambies de trabajo, de actividad, de país, de religión, lo que sea, la necesidad estará presente hasta tanto no resuelvas internamente esa dependencia.

No me responde.

- Por favor, cerremos hoy acá y pensá en lo que te dije. Pensá.

viernes, 30 de octubre de 2009

20 - Tenía un pelaje brilloso

He solicitado ver hoy temprano a Susana, estoy preocupado por su estado. Durante la noche anterior ha vuelto a tener alucinaciones relacionadas con las arañas. Despierta gritando a medianoche luego de una pesadilla y a los gritos reclama que le quiten las arañas del cuerpo, arañas imaginarias obviamente. Lo más extraño del caso es que ella ya ha superado hace semanas la fase de abstinencia del alcohol que podría estar generándole el delirium tremens, por lo que se hace necesario indagar en las causas subyacentes de estas alucinaciones.

Cuando llega Susana se la ve cansada, con mal aspecto fruto de la mala noche que ha tenido y la falta de sueño reparador. Le pido que se siente e inicio la charla.

- Susana, entiendo que has vuelto a tener esas pesadillas.
- No me hable de eso doctor, realmente no quiero tocar el tema
- Susana, es necesario que lo veamos juntos. Necesitamos entender que es lo que le pasa. Confíe por favor. Digame que recuerda de ese sueño
- No doctor, por favor le pido, no me haga recordarlo, mire como se me pone la piel de solo mencionar las arañas, no entiende usted que les tengo pánico? Maldita sea la hora en que empecé a soñar con ellas! Maldita sea la hora en que me internaron acá! Estoy harta! Harta de este lugar! - Irrumpe en gritos y llanto. Le acerco un vaso con agua, espero a que se calme y retomo el diálogo
- Susana, vayamos paso por paso, tratemos de recordar los hechos de su sueño, los hechos previos a que aparezcan las arañas, por favor, esto va a ser importante para entender que le pasa.
- No se doctor - me dice luego de un largo silencio - recuerdo algunas cosas salteadas, no tengo muchos detalles
- Digame aquellas que recuerde
- Estaba caminando por un camino de tierra. Habían campos a los costados, algunos arboles muy pocos, se veían al fondo. No se, no entiendo que hago allí? No recuerdo haber estado en algún lugar así. Era un camino de tierra? Ay, no se doctor, tengo dudas, están muy borrosos los recuerdos.
- Continúe por favor Susana. Estaba usted caminando a la vera de un campo. Que ocurre, que edad tiene usted en el sueño?
- Mi edad actual doctor. Era yo caminando por allí y de repente vi cruzar el camino un poco por delante mío a una liebre o un conejo, no se bien. Creo que sí, era una liebre; por que esas son más grandes que los conejos, sabía usted? - asiento con la cabeza esperando que no abandone el relato - Me llama la atención el animalito, era muy bello, su pelaje era brilloso, corría muy rápidamente. Se internó en el campo y decidí seguirlo. Corrí detrás del animalito tratando de alcanzarlo atravesando un terreno sembrado de trigo dorado, hasta que de repente se terminó el sembradío y estábamos en una zona de tierra árida. La liebre corrió y se escondió en un hueco en la tierra. Yo llegué hasta ese hueco el cual supongo que era su madriguera y... no se, esta muy confuso doctor, yo le dije, no tiene sentido.

Para animarla a recordar, repaso los detalles que hasta ahora ha mencionado. Ella asiente y de a poco se relaja y va completando cada cuadro. Repitiendo o añadiendo detalles a las escenas que me ha relatado.

- Que vio usted en la madriguera del conejo?
- Liebre, doctor, seguro era una liebre
- Sí, la madriguera de la liebre, digame. Que vio?
- Una muñeca
- Una muñeca? - le pregunto sorprendido
- Si, de esas que al cargarlas te decían "Mamá" pero estaba desmembrada. Los brazos de un lado, mas allá las piernas y el tronco. Lo que no estaba era la cabeza. La busqué y nada, no estaba. Pensando que podía estar dentro del agujero, me agaché y metí la mano. Pero mire usted que tarada que fui, mire si había allí adentro alguna víbora u otro bicho que me picara. Hasta la misma liebre podía haberme mordido por defenderse, como voy a meter la mano allí? Ni que fuera una idiota, este sueño no tiene sentido.
- Por lo general los sueños no lo tienen, Susana - le explico - digame, encontró la cabeza de la muñeca dentro de la madriguera de la liebre?
- Sí, allí estaba. La saqué, la miré y de repente empezó a hablar, pero en lugar de decir "Mamá" decía "Mala". Me miraba y decía "Mala, mala, mala" y en eso me desperté. Recuerdo haberme despertado angustiada y sintiendo un cosquilleo, algo que me picaba "allí"...
- Allí? - le pregunto intrigado
- Sí doctor. - Espera unos segundos buscando el término más adecuado- En la chochi.
- En su vagina? - pregunto, tratando de entender a que aludía el eufemismo.
- Sí. - contestó - Instintivamente llevé la mano hasta "allí" y para mi sorpresa descubrí que lo que me picaba era una gran araña peluda que acaba de salir de allí adentro. Ay doctor! No me quiero ni acordar. Estaba allí, la toqué yo misma, no fue mi imaginación. Para peor, detrás de ella salían muchas arañitas mas pequeñas, sus crías. La araña peluda y grande y había tenido crías dentro mío! - Se paró y automáticamente empezó a hacer ademanes como si aún las sintiera y quisiera sacárselas de encima; debí pararme y abrazarla para contenerla y calmarla.

La invité a que se sentara nuevamente y lentamente fuimos recordando juntos los detalles de cada escena del sueño. Como en toda pesadilla, el inconsciente maneja mecanismos de protección que hacen que uno se despierte cuando el desarrollo del sueño lleva a acercarse a algún hecho o evento que se relacione con algún recuerdo que hayamos involuntariamente bloqueado. Por ello era imperativo tratar de entender el significado de esa escena crucial. Susana, con la cabeza de la muñeca en las manos, y esta que le decía "Mala, mala, mala"

- Que piensa usted que eso signifique? - le pregunté
- No tengo idea, doctor
- Que cosas le vienen a la mente asociadas con una muñeca?
- Una nena; pañales; llanto...
- Algo más?
- No doctor
- Dijo usted que esas muñecas eran de las que te decían "Mamá". Tuvo usted alguna vez una de esas muñecas?
- No doctor, cuando yo era niña las muñecas no hablaban
- Pero las conoce... Por que cree usted que la muñeca no le decía "Mama" y en cambio la llamaba "Mala"
- No lo se, doctor

Espere unos momentos en silencio, meditando sobre las reiteradas negativas a avanzar que encontraba en Susana. Para cerrar la sesión la miré y le dije

- Creo que sí lo sabe, Susana, pero aún no esta dispuesta a admitirlo. Piénselo y en nuestra próxima reunión retomaremos desde este punto.

Me levanté y la acompañé hasta la puerta. Se despidió agradecida, como si de alguna forma el compartir este evento conmigo le hubiese sacado un peso de encima.

domingo, 25 de octubre de 2009

19 - Volando más allá del jardín

Una nueva semana, otra mañana soleada en el jardín del sanatorio. Aprovecho estos momentos de soledad para repasar los avances en los cuatro casos que tengo asignados. Tomo mi carpeta, saco de ella las fichas relacionadas con estos casos, las releo y mentalmente me hago una imagen de cada uno de ellos.

No veo que hayamos avanzado mucho con Susana. Ella sigue negando sus verdaderos problemas. Su vocación autodestructiva, su dependencia del alcohol, su imposibilidad de generar nuevos vínculos afectivos que reemplacen aquellos que ha perdido, su negación con respecto al sexo. Susana focaliza su malestar generando un rechazo por las chicas jóvenes a las que llama pendejas o chiruzitas y que invariablemente tienen por objeto robarle el marido a mujeres como ella, casadas "como Dios manda" y no consigo tampoco que llegue a conectarse con sus verdaderas emociones. Realmente me preocupa su caso. Hay algo más. hay algo que aún no ha tocado en las sesiones que mantenemos. Algo que su inconsciente ha bloqueado, que no se que puertas abrirá en caso que lleguemos a desbloquearlo. Hoy Susana para mí es un misterio con más interrogantes que certezas.

El caso de Gabriel, por el contrario, parece más claro de entender. Joven conflictuado con el hecho de su homosexualidad, la cual, no ha siquiera empezado a asumir. Buscó refugio en la religión, queriendo esconder deseos y sustituir vínculos familiares y afectivos, sólo para darse de cuenta de la imposibilidad de esa sustitución y de los engaños a los que fue sometido. Hoy se encuentra con una realidad devastada. Sin un núcleo familiar o de amistades que lo contengan, con un futuro laboral incierto y con mucha inseguridad. Este caso va a requerir mucho trabajo por parte de ambos para que Gabriel logre salir adelante.

Con Claudio, en cambio, los avances son mucho más rápidos en relación al resto. Tal vez por el hecho contar con una importante capacidad intelectual, descubrimos rápidamente factores que han marcado su personalidad. Aquel mandato paterno tan fuerte, en pro de la búsqueda de la excelencia. Sus propios deseos de éxito y superación y la carga que pueden haber llegado a representar y aunque no hemos tocado aún los temas relacionados con su dependencia de la droga o los de la búsqueda de su propia felicidad, creo percibir que vamos por un buen camino.

Finalmente Fernando. De los cuatro quizá el más entrañable. Carente por completo de afectos. Un adolescente en cuerpo de grande que no logra salir de la autosatisfacción personal, no encuentra esa salida. No ha realizado el corte con su propia adolescencia y vive en un mundo repleto de soledad. Necesitamos ahondar en este caso el vínculo que ha tejido con su madre. Este es un nudo que aparece en el tramado de hilos de su psiquismo. Fernando necesita por todos los medios verse a él mismo como un hombre y ver a su madre como a una mujer, con carencias, defectos y virtudes. No va a ser fácil, encontraremos mucha resistencia de su parte.

El timbre otra vez recupera mis pensamientos, los cuales han estado volando más allá de este jardín y de los muros que lo rodean. Nuevamente la rutina diaria, nuevamente las sesiones individuales y de grupo, nuevamente y hasta mañana, solo podré disfrutar del jardín desde el ventanal de la habitación 118.

18 - Que hijos de puta!

Inesperadamente me llega un mensaje de Gabriel pidiendo verme, hago algunos ajustes a mi agenda de trabajo y decido tener con él una sesión especial. Cuando llega se lo ve triste.

- Hola Gabriel. Que te ocurre?
- Hola. Pedí verlo porque me siento muy mal, desconsolado
- Porqué te sentís así, explicame
- Tiene que ver con el tema de mi vocación religiosa. He vuelto a hacer mis oraciones diarias. - me informa - El rosario, el angelus, el examen de conciencia, la meditación. Pero no siento que Dios me escuche. Antes, cuando estaba en la obra sentía la presencia de Cristo en esos instantes de oración, sentía que dialogaba con él; no en el sentido de hablar como lo hacemos usted y yo ahora, sino en un sentido místico - se explica - sentir regocijo en el alma cuando uno se abría a Él, es la forma en que Cristo se comunica con nosotros. Hace dos días que practicamente me he pasado todo el tiempo libre, de rodillas rezando el rosario, y no he vuelto a sentir ese regocijo. Como que nadie me responde.
- Esa imposibilidad de comunicarte te genera... - hago una pausa esperando una respuesta que no aparece y continúo dándole una ayuda- ...ansiedad, dolor, pesar?
- Pesar sería la palabra más adecuada. Siento que tal vez Dios realmente tenía al sacerdocio como parte de su plan divino para mí y que con mis pecados y mi negativa a abrazar la vocación sacerdotal de alguna forma le he fallado y por eso me pasó todo lo demás, una suerte de castigo divino.
- Un Dios que castiga? - le pregunto
- Un Dios que es justo, perdona y castiga, de acuerdo a la gravedad de nuestras faltas. Pienso que Él puso pruebas en mi camino, y yo no estuve a la altura de las mismas, le fallé siempre, y Él siempre me perdonó, salvo cuando le fallé en la mayor prueba, un sacrificio máximo, abrazar el sacerdocio; al fallarle en esa prueba le demostré lo débil que soy. Y ya no hubo más perdones, al contrario, me castigó.


Es evidente que los años dentro del Opus Dei han dejado una marca profunda en su manera de pensar y su discurso hoy difiere del de nuestra última sesión. Antes era un joven conflictuado por su sexualidad irresuelta, hoy en cambio, se presenta ante mí el numerario del Opus Dei con toda la catequesis a cuestas, alguien que requería el perdón divino. Una suerte de retroceso.

- Como fue que llegaste a ser parte del Opus Dei, me interesa saber eso
- Fue cuando tenía catorce años. Al igual que mis hermanos, a esa edad empecé a ir al CUDES cerca de casa. El CUDES es el mayor centro del Opus Dei en la Argentina, y allí los sábados se reunía el club Cinco Ríos, para los varones menores de 18 años. Participábamos de charlas de catequesis, campamentos, partidos de fútbol, era divertido.
- Jugabas al fútbol; te gustaba? - le pregunto
- Sí, juego. Me gusta mucho. Bueno, durante cuatro años participé de las actividades del club y luego a los dieciocho, empecé a ir a las meditaciones para jóvenes y universitarios. Estas eran los sábados a la noche, se cantaba en latín, se hacía una meditación sobre un pasaje de la biblia y se rendía culto al santísimo - sigue explicándose - era una experiencia mística muy fuerte.
- Pero hasta ese momento eras un participante más de estas actividades, aun no te habías vuelto un miembro activo del Opus Dei, o sí?
- No, hasta ese momento era un simple participante como usted dice. En la obra los llamamos Cooperadores. Personas que sin ser de la obra colaboran o participan de sus actividades.
- Y el cambio de categoría, por que lo realizaste?
- Estaba en una etapa conflictiva en mi vida. Mis deseos relacionados con el sexo... es decir, mi atracción hacia otros chicos me generaba angustia. Intenté ponerme de novio con un par de chicas, pero duré con ellas menos que un suspiro. Cuando estábamos a solas con alguna chica, sentía que eso no era lo mío, me sentía como un pez afuera del agua. En cambio, después, durante mis encuentros con Juan, las cosas fueron muy diferentes, como que hacía las cosas naturalmente. Me sentía feliz, pero a la vez me sentía en falta. Que hacía algo malo, algo prohibido.
- Sólo habías estado con Juan y con el primer muchacho, el de la pileta, cuando ingresaste como numerario al Opus Dei, es así?

- Sí. No. No exactamente.
- Explicate por favor.
- Luego del evento de la pileta con ese pibe, intenté repetir esos juegos con algún otro pibe, pero no se me presentaba la oportunidad, salvo un verano, cuando tenía dieciséis años, en que invitado por Luis, un compero del colegio y mi mejor amigo hasta esa fecha, pasé un par de semanas en su casa de Cariló.
- Que pasó en esa oportunidad?
- Dormíamos los dos en su habitación. Cada uno en su cama. Como hacía calor, de noche dormíamos solo con ropa interior. Una noche me desperté, lo vi dormido y quise tocarlo. Me acerqué a su cama, me arrodillé, levanté la sábana y metí mi mano por el agujero de su boxer hasta tocarlo. El corazón lo tenía a mil, recuerdo. Como no estaba despierto, no se excitaba, pero logré sacar su pene fuera del boxer, y en ese momento quise probar su sabor.


Se detiene. Noto por su rostro que recordar este evento le ha causado gran impacto. Se lo ve sonrojado, avergonzado tal vez de haberme confesado su secreto. Espero a que se recupere y continúe.

- Y entonces?
- Nada. Al rato regresé a mi cama y me masturbé. Luis ni cuenta se dio esa noche.
- Hubo otras?
- Una más. La segunda noche fue casi un calco de la primera, pero Luis se despertó mientras yo lo tocaba. Simulé que había ido a despertarlo por que había sentido ruidos en la casa. Se durmió, pero al día siguiente, casi no me hablaba. Algo sospechaba. Inventé cualquier excusa frente a sus papás y me regrese a Buenos Aires en colectivo; Durante todo ese viaje me la pase llorando, preguntándome y preguntándole a Dios porque yo era diferente a los demás? Me prometí a mi mismo no volver a hacer nada similar para no exponerme delante de nadie. - Noto que algunas lágrimas recorren sus mejillas y espero a que se recomponga.


- Esa semana fui al CUDES y pedí hablar con el padre Guillermo, nuestro confesor. Le dije lo que me pasaba y confesé lo que había hecho el día de la pileta y en la casa de Luis. Me sentí muy aliviado después de hacerlo. Fue la única vez que confesé esas cosas. Lo de Juan nunca se lo dije a un cura, solo se lo dije a usted, acá.
- Y tu ingreso al Opus Dei luego de eso, como devino?
- En casa el ambiente respecto a mi falta de novia se ponía complicado. Un par de veces escuche hablar a mi mamá con una tía y con un par de amigas de que le llamaba la atención que no me hubiese puesto de novio aún, como el resto de mis hermanos. Un día mi hermano Facundo entre broma y broma me dijo -no habrás salido puto vos, no?- Volví a replantearme el hecho de por qué era diferente y a pedirle perdón a Dios por mis pecados.
- Continuá por favor.
- Fui a una reunión del Opus Dei donde se tocaba el tema vocacional, y donde se hablaba de buscar la santidad a través de las obras cotidianas dentro o fuera de la Obra. Me pareció que, si yo entraba a la Obra, en casa nadie se haría planteos respecto a mi sexualidad y que viviendo en una casa del Opus Dei estaría libre de esas tentaciones. Al estar más cerca de Dios, Él me ayudaría a evitarlas. Por dos semanas hablé con varios amigos míos, numerarios, mayores que yo sobre la posibilidad de entrar al Opus y luego pedí mi admisión. En casa, no podría decir que se alegraron con la noticia, pero se los notaba aliviados, como si temiesen lo peor de mí, es decir, que fuera homosexual.

- Pero estando dentro del Opus Dei, seguiste teniendo relaciones sexuales con otros muchachos, o no?
- Sí, esporádicas. Es muy duro vencer a la tentación. El demonio conoce nuestros puntos débiles y esta dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganar un alma. - hace un silencio largo, como si estuviera revisando lo que acaba de decir.

- Sabe algo? Esa frase -el demonio conoce nuestros puntos débiles y esta dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganar un alma- nos la repetían siempre en las charlas de apostolado, los retiros y cursos anuales en la Obra. Decían que nosotros como soldados de Cristo que eramos, debíamos usar esas mismas armas a nuestro favor y hacer todo lo que fuera necesario para salvar un alma, traerla de vuelta a la senda de Cristo, hacer crecer la Obra. No será que...?
- Que cosa Gabriel?
- Luego que yo me confesé con el padre Guillermo, y le conté todo lo que hasta ese momento había hecho sexualmente, noté que, como que ponían mayor interés en mí, como que a partir de ese momento los numerarios de la Obra me insistían más que a los otros chicos en la posibilidad de ingresar al Opus Dei. Como que sabían que yo tenía una debilidad y la explotaron, podrá ser eso posible?
- No lo se. Pero lo importante acá no es lo que yo piense o crea, sino lo que vos creas.
- Será posible? Será por eso que me invitaban a tantas charlas vocacionales y de apostolado? Si el cura había informado internamente que yo a mis dieciséis años ya había tenido algunos juegos sexuales con otros varones, habrán usado eso para incorporarme? Será por eso que una vez que ingresé al Opus Dei me empezaron a seguir y así tomaron las fotos con las que me quisieron chantajear en lo de mis padres? Pueden haber llegado a tanto?
- No lo se...
- Claro... Estando dentro de la Obra, a veces, mi guía espiritual, el padre Félix me indicaba que tratara de hablar con tal o cual muchacho en los cuales él veía madera para ser un potencial numerario. Me incitaba a que hiciese apostolado sobre ellos, me daba pistas sobre como llegar a cada uno. Me decía por ejemplo que a tal persona le gustaban las actividades al aire libre y que por que no lo invitaba a que participe de algún campamento con los adolescentes, o que otro estaba desanimado por que había cortado con su novia y que sería bueno para él que lo animara a venir a algún retiro espiritual, para que su alma encontrara la paz del Señor. Así trabajan, hacen un trabajo muy fino. Que hijos de puta! Cuanta perversión! -exclamó y empezó a llorar.

Dejé a Gabriel llorando por unos minutos. Necesitaba desahogarse. Acaba de tomar conciencia del supuesto manejo que dentro del Opus Dei habían hecho de sus debilidades y esto le generaba nuevos conflictos que debería resolver. Me agradeció el haberle dedicado tiempo y haberlo escuchado. me dijo que se iba aliviado, me dio un abrazo cargado de gratitud.

- Gabriel - le dije antes de que se fuera - tené en cuenta que esto no ha sido una confesión. Acá no hemos absuelto ningún pecado, si es que hubo alguno. En todo caso esta charla ha servido para que vos te reencuentres con sucesos y actitudes que tuvieron fuerte impacto en las decisiones que has tomado en los últimos años.
- Soy consciente de eso - me dijo - Además, usted no lleva sotana... y felizmente yo tampoco. - Rió con una fuerte carcajada.

sábado, 24 de octubre de 2009

17 - El peso del éxito

Con Claudio cerraría esa tarde una nueva ronda de sesiones. Sigue presentándose abatido y desaliñado. Llega y se sienta frente a mi, sin esperar a que yo se lo indique, inicia la charla.

- El sueño se sigue repitiendo
- Es lógico, aún no hemos logrado descifrar su mensaje. Tu inconsciente nos esta hablando, gritando, diría yo, a través de este sueño que se repite y no te permite dormir. Retomemos su análisis - le dije e hice una pausa - Entraste a ese gran salón y en la única mesa de ruleta, descubrís a tu padre cumpliendo una función de croupier.
- Sí. Pero él no me reconoce. Tiene una voz y una mirada enojada, es un croupier severo.
- Tu padre es severo con vos?
- Severo no, pero sí exigente. Yo era el elegido de la familia, el hijo mayor, aquel para el cual se había reservado el éxito en la vida. Mi padre quería que yo fuese como él, un profesional. Me lo decía desde pequeño. Como cuando trajo el primer juego de Mecano y se sentó a la mesa conmigo, para explicarme como se podía armar una torre o una grúa, no recuerdo exactamente y me dijo que algún día si yo era ingeniero, construiría esas mismas cosas pero a tamaño natural. Era exigente, como cuando me pedía a los ocho años que le leyera el Buenos Aires Herald en voz alta. Nunca aceptaba que sacara una nota menor a 8. Yo debía ser el mejor, me decía.
- Como es tu relación hoy con él?
- Es menos exigente, pero sigue teniendo esas cosas. Cuando me casé, mi fiesta debía ser la mas grande y con la mejor comida, por ejemplo.
- Con tus hermanos no era exigente?
- Sí, pero no al mismo nivel de exigencia que tuvo conmigo. Lo peor es que cuando logro algo, cuando alcanzo un objetivo, inmediatamente ya está tirándome un nuevo desafío, mayor. Como cuando me recibí de licenciado en administración de empresas. Me abrazó, me felicitó, abrió una botella de champagne esa noche para festejar y delante de toda la familia me preguntó si ya había pensado donde haría el master? Nada es suficiente con él, siempre se puede ir más allá.
- Y vos, ibas más allá? seguías sus indicaciones?
- Por lo general terminaba haciéndole caso, aunque no estuviese de acuerdo
- Y este hecho, que sensaciones te genera?
- A veces me dio bronca al darme cuenta que terminaba haciendo algo para complacerlo
- Como era su relación con Sofía, tu mujer?

Se incomoda un poco frente a la pregunta. Lo agarré con la guardia baja en esta oportunidad. Medita un poco antes de contestarme, como buscando las palabras más adecuadas.

- Distante. No era la chica que el prefería para mí. Sofía era secretaria de un estudio de abogados, no era profesional. Si por él hubiese sido, yo debería haberme casado con Vanesa, una ex novia mía.
- Por que con ella?
- Por que Vanesa es una profesional exitosa, además de ser muy linda. A ella la conocen desde que eramos adolescentes, es más, la siguen recibiendo como cuando Vane y yo eramos novios, como a una hija más. Antes de que me casara con Sofía, mientras eramos novios, más de una vez la comparó con Vanesa. Sofía siempre quedaba detrás en esas comparaciones.
- Que pasó con Vanesa, por que se terminó su relación?
- Ella me dejó. No se bancó que yo no pudiera dedicarle tanto tiempo. Yo estudiaba, trabajaba, iba al gimnasio, todo eso me insumía mucho tiempo, y ella quería más de lo que yo podía darle en ese momento.
- Ella también era exigente con vos, como tu padre.
- Sí. Igual.
- Sofía tu mujer apareció en un momento del sueño. Como apareció ella en tu vida?
- La conocí un día que salía de la casa de mis padres, cuando aún vivía allí. Sofía vivía a la vuelta de la casa de ellos, en la calle Treinta y tres orientales, en Caballito. Iba por la vereda, la miré y ella me miró; me acerque y le ofrecí invitarla a tomar un café. Fue amor a primera vista.
- En que calle vivía ella dijiste?
- Treinta y tres orientales, porqué?
- Treinta y tres... como el número que repetidamente salía en la ruleta de tu sueño, no?
- Sí, que casualidad, no? Como que el numero 33 representa a Sofía.

- En el sueño cuando jugás todo al 33 y ganaste, te pagan con una ficha enorme y pesada, era así?
- Sí, y quebré la banca del casino
- Se terminó el juego
- Sí, así fue.
- Que pensás que eso significa?
- Sabe algo, es raro. Después de casarme con Sofia, de alguna forma Vanesa reaparecía en mi vida ocasionalmente. Ella nunca dejó de gustarme, ni yo a ella, es una hermosa mujer. Y por los últimos dos anios mantuvimos una suerte de relación paralela, solo sexo; cada dos o tres semanas manteníamos un encuentro fugaz, pero apasionado.
- Vos en el sueño jugabas al principio dividido. Le jugabas a mas de un número a la vez.
- Sí. - reflexiona sobre lo que acabo de marcarle- Hace unos meses, cuando Sofía me dice que estaba embarazada, le pedí a Vanesa que dejáramos de vernos, que no era conveniente nuestra relación paralela. Ella se enojó mucho esa noche y me dijo algunas cosas muy duras. Una suerte de maldición.
- Como?
- Me dijo que tenía razón, que era mejor que nos dejáramos de ver, que ella conmigo a veces tenía miedo. Decía que yo iba siempre al límite, que era demasiado arriesgado, que... - se detiene y se quiebra, empieza a llorar; espero a que se calme, y entre sollozos me dice - que algún día iba a generar un gran dolor o iba a terminar matando a alguien por ser tan arriesgado.


Sigue llorando. Es evidente que asocia estas palabras a su propia tragedia familiar. Intento traerlo nuevamente al análisis del sueño, el cual es importante que finalicemos.

- Volvamos al sueño, por favor.
- Creo entender la última parte... Cuando le juego todas las fichas al 33, es decir a Sofía, una de las chicas a mi lado me abandona espantada por lo que había hecho. Para mi eso representa a Vanesa diciéndome que yo arriesgaba demasiado.
- Vos alejas a Vanesa apostando todo a tu relación con Sofía.
- Sí, también. Cuando gané me pagaron con una ficha muy grande, demasiado pesada para llevarla. El juego bruscamente se termina, y mi padre se va del salón llevándose a Sofía, vestida de novia, pero de negro. Sofía se va y está muerta, por eso está vestida de negro. Yo no puedo ir tras de ella y traerla a mi lado, el peso de la ficha me lo impide, todos se ríen de mí. Es como que el peso del éxito, truncó mi felicidad. Deje de ser el protagonista de mi vida para ser un espectador de mi propio drama, yo veía desde afuera todo eso. Cuando alcance la puerta por donde Sofía se fue, esa puerta no se abre, por mas que lo intente; es decir, Sofía ya no está a mi alcance.

Nuevamente se deshace en llanto. mantengo silencio esperando a que se recomponga y decido darle un cierre a la sesión.

- El peso del éxito - repito sus palabras - dejemos acá por hoy, creo que ha sido muy importante lo que hemos visto.

Se despide y quedo sólo nuevamente, repensando lo que acabamos de conversar.

16 - Mauri trajo una porno

Como siempre, Fernando llegó, se sentó y permaneció en silencio, esperando a que yo inicie el diálogo.

- Pudiste reflexionar Fernando sobre los detalles de tu entrada en la adolescencia, cuando tenías trece años y descubriste el placer de la masturbación?
- Sí, algo hice
- Adelante, comentame sobre esa etapa de tu vida.
- No hay mucho que contar. Iba a la escuela. Fue poco antes de que muriera mi viejo.
- Como fue que falleció tu papá?
- Un accidente en la fábrica. Habían apilado unos palettes con repuestos para la Fiat, mi viejo estaba controlando. Se ve que el palette de la parte alta no había quedado bien asentado y se desmoronó la pila de repuestos, le aplastó ambas piernas al viejo. Primero le amputaron ambas piernas, luego se le complicaron los riñones, estuvo tres meses internado hasta que falleció.
- Que recuerdos tenés de él?
- Mi viejo era un fenómeno. Un tipo bárbaro. Recuerdo que todos los veranos íbamos en su coche a Mar del Plata los tres, el viejo, la vieja y yo. Me acuerdo que me llevaba a la escollera a pescar, a la carpa de Balá, al circo. Un capo era el viejo. Laburante, hincha de Racing a muerte. Le encantaba escuchar los casettes de Cacho Castaña
- Y tu madre?
- La vieja era feliz con el viejo. Para ella fue una gran pérdida.
- Solo para ella?
- No, para mí también, claro.
- Y decime Fernando, como era tu vida a los trece años, hacías algún deporte, tenías amigos?
- Nunca fui bueno para los deportes. Jugaba al fútbol, pero era demasiado patadura. - se ríe de sí mismo- En la escuela era un alumno normal, no me destacaba pero tampoco estaba entre los burros de la división. Era uno de los del medio.
- Amigos, amigas?
- Sí, varios, de la escuela, pero sobretodo tenía dos, Maurito y Juanca. Maurito vivía a dos cuadras de casa y Juanca en el mismo edificio que nosotros. Con ellos dos jugábamos todas las tardes, casi siempre en casa de Juanca. Veíamos la tele; la madre de Juanca nos preparaba la merienda, hacia tortas o galletas, tomábamos la leche, era copado.
- Bien, continuá por favor.
- Amigas, las de la escuela. Nada especial. Con Mauri y Juanca nos imaginábamos con cual de las chicas nos pondríamos de novios, como sería apretarse a una chica, boludeces de pendejo, que se yo.
- Y el sexo, como apareció en tu vida?
- Un día, Mauri cayó con una revista porno que le había afanado a su hermano. Este la guardaba en el baño de se casa, según contó Mauri, había un espacio entre la pared y y la mochila del inodoro, y allí el hermano guardaba la porno; se ve que el flaco iba al baño y "se la jalaba". Mauri la encontró un día y la trajo a lo de Juanca. Nos fuimos a la terraza del edificio y allí, debajo del tanque de agua nos pusimos a mirar las fotos, estábamos maravillados. Mauri nos contó que había visto un día como su hermano se pajeaba en la cama del lado, cuando pensaba que Mauri estaba dormido y así había aprendido él solo. Nos explicó la técnica. Decidimos esa noche Juanca y yo intentarlo cada uno en su casa y bueno, ese día tuve mi primera masturbación.
- Y que pasó después?
- Nada, vino lo de mi viejo, con Mauri y Juanca nos empezamos a separar, solo nos veíamos en el cole u ocasionalmente si venían a casa. Yo deje de salir de casa por las tardes, prefería quedarme haciéndole compañía a la vieja. Me daba mucha pena verla tan triste, trataba de hacer que estuviera feliz de vuelta. Ella no laburaba, pero con lo que pagó el seguro por la muerte del viejo nos arreglabamos. A partir de los quince años le proponía salir por las tardes, ir a tomar un café con masas, ir al cine, trataba de que no se apagara la vieja.

En realidad lo que Fernando hacía, aunque él no fuera consciente, era tratar de llenar el vacío dejado por su padre luego de su muerte.

- Que edad tenia tu madre cuando quedo viuda?
- Y... habrán sido unos treinta y cuatro, creo.
- Joven
- Sí. Papa falleció teniendo cuarenta y dos. Joven también.
- Y tu madre nunca rehizo su vida sentimental?

Noto que a Fernando le incomoda la pregunta. Espero su respuesta.

- Ella conoció a otro hombre unos años después, cuando yo tenía veinte, hoy viven juntos.
- Tu relación con la pareja actual de tu madre, como es?
- No tenemos relación, me parece que ese tipo es un chanta. Para mí es un tarado que se las da de saberlo todo y en realidad no sabe nada de nada.
- Y tu relación actual con tu madre?
- Bien, aunque no tan cercana como antes, cuando estábamos solos ella y yo. Viene a mi casa, me visita. Yo a su casa no voy para evitar cruzarme con Ricardo, el tarado.
- A que edad te fuiste a vivir solo?
- A los veintitrés, cuando Ricardo se mudo al departamento. Discutíamos diariamente él y yo, eso a la vieja la ponía muy triste. Un día dije "se acabó" y me mudé.

Cerramos la sesión con Fernando, llegado a este punto. Hay muchas cosas importantes en lo que hoy ha dicho. Muchas cosas ligadas a sus miedos, aunque él aún no lo pueda relacionar. Muchas cosas para trabajar.

15 - No me haga caso doctor

Al llegar a la habitación 118 esa mañana, se la veía ligeramente alterada a Susana. No bien se sentó en el otro sillón se destapó la catarata de cosas que tenía para decir en nuestra sesión.

- Algo me quedó dando vueltas de la última vez que hablamos, Doctor, y creo que usted no me interpretó bien o al menos se puede haber quedado con la idea equivocada
- Licenciado, Susana, llámeme licenciado, por favor
- Claro doctor, lo que me parece que usted malinterpretó fue cuando le dije que la última vez que me había sentido feliz había sido hace unos años, en esas vacaciones con Adolfo, en Pinamar, y usted me preguntó si habíamos tenido sexo en esa oportunidad, a lo que yo le contesté que sí. Realmente no quiero que me malinterprete doctor, pero yo nunca asocié esa felicidad a tener sexo, yo no pienso que el sexo sea la llave a la felicidad y no quiero que usted se haga una imagen equivocada de mi. - me dice mientras noto un ligero enojo en sus palabras.
- Susana, yo nunca pensé tal cosa. Sí es verdad que el sexo es un factor importante en el proceso para alcanzar la felicidad, aunque en ocasiones esa energía puede ser sublimada o reemplazada en otros objetos. Lo que sí quise marcar es que en la oportunidad que usted refirió, hubo sexo presente junto a su marido.
- Ve que no me entiende. - voltea mirando hacia la puerta, como meditando el levantarse e irse - Para mí, el sexo es solo eso, sexo. No me gusta que se me vea como una mujer ansiosa por sexo; no lo fui nunca ni lo seré.
- Entiendo.
- Tampoco me parece correcto que se pueda pensar que Adolfo me dejó por que yo no le daba buen sexo - me sorprende diciendo eso, no tocamos el tema de su separación ni de la calidad de sus relaciones sexuales con su marido -A Adolfo le hicieron la cabeza, lo engañaron, le pusieron un par de tetas compradas y una colita parada delante y él es hombre, una contra eso no puede competir.
- Como calificaría usted sus relaciones sexuales con Adolfo?
- Adolfo en los primeros años era muy fogoso, como todo hombre joven. Me buscaba todo el tiempo. Con el tiempo el sexo entre nosotros se volvió mas rutinario, menos frecuente. Yo trataba de complacerlo, cuando él me buscaba, pero creo que Adolfo ya no disfrutaba de nuestras relaciones y tal vez eso lo haya hecho buscarse otra mujer, no lo se.
- Y usted, disfrutaba de sus relaciones sexuales con Adolfo?
- Lo intentaba. En ocasiones lo disfrutaba, pero no siempre. Una mujer debe tratar de complacer a su marido, me entiende? Y eso no siempre es posible. Lo que se es que un buen día Adolfo me dijo que ya no me amaba y que quería separarse. Me partió al medio con la noticia.
- Quiere hablar de su separación de Adolfo, Susana?
- Realmente no. Fue una etapa muy penosa para mí. De la noche a la mañana darme cuenta que todo el esfuerzo de 23 años de casada se iba a la basura por que mi marido prefería a una pendeja teñida... Creo que si hubiésemos tenido hijos tal vez la cosa hubiese sido distinta, Adolfo y yo aún estaríamos juntos, en nuestra casa de Caballito, pero yo no pude darle hijos. - Y acá me sorprende nuevamente pasando del plural de "hubiésemos tenido hijos" al singular de "no pude darle hijos"
- Por que dijo "no pude darle hijos"? Los hijos se hacen entre dos, Susana. En todo caso, no pudieron tenerlos ambos.

Susana se queda callada unos instantes. No se quedó pensando en lo último que le dije, está mas bien buscando como evadir el tema. Algo guarda en el fondo de su corazón y aún no está dispuesta a revelarlo.

- De alguna forma doctor, fue una bendición que no hayamos tenido hijos - dice, contradiciéndose con su última afirmación - hoy tendría una carga mayor encima.
- Considera que los hijos son una carga?
- Para una mujer sola, sí. Es una responsabilidad muy grande. Imagínese, tener que criar un hijo, cambiar pañales, la escuela, las vacunas, sin tener un trabajo, un marido, nadie.
- No le entiendo Susana. Usted estuvo casada 23 años con Adolfo. Al separarse ustedes, sus hijos ya no usarían pañales, estarían mas crecidos, explíquese por favor
- No me haga caso doctor, no me haga caso.

lunes, 19 de octubre de 2009

14 - Hice algo novedoso

Nueva ronda de sesiones. Mientras me preparo, tomo la carpeta y reviso el orden asignado a los pacientes para hoy. Empezaré nuevamente con Gabriel. Voy hasta mis anotaciones sobre su caso y las releo mientras camino por la habitación. Siento que tocan a la puerta, es Gabriel.


Repasamos un poco el tema sobre el que conversamos en la sesión anterior, su sexualidad y el poder que había descubierto tener al tocar el pene de otro muchacho.

- Estuve pensando - dijo Gabriel - en que yo he venido asociando toda mi vida el sentirme diferente al resto, con ser débil. El tener algo que debía ocultar al resto me creaba un flanco débil que debía proteger y evitar que el resto lo descubriera.
- Pero vos me has dicho que no eras un chico débil
- No lo era, pero me sentía débil, tenía una debilidad, una vulnerabilidad. En la escuela es común que alguno te trate de puto, o no?
- Sí, los adolescentes suelen ser crueles al hacer sus bromas
- Bueno, en mi caso, cuando alguno me hacía bromas de ese tipo, yo interpretaba que de alguna forma me había puesto al descubierto. No lo tomaba como una joda común, para mí ese tipo de jodas eran un puñal que me clavaban en las entrañas. Salvo cuando me las hacía Juan.
- Juan?
- Sí, un amigo de mi hermano Lucas, un año mayor. Siempre que iba a casa me hacía ese tipo de bromas. Me decía que estaba muy lindo, que yo sería un lindo putito y cosas así. Creo que era su forma de probarme.

- Probarte?
- Evidentemente él se había dado cuenta. No se, habrá notado que lo miraba demasiado o habrá tenído un radar, un sexto sentido; el hecho es que me sacó la ficha. Estábamos en medio de la crisis del 2002, pleno corralito. Su viejo se había quedado sin trabajo, habían vendido la casa y se estaban por ir a vivir a España. Con la excusa de regalarme unas remeras y chombas que no se iba a llevar a España, me invitó a que fuera a su casa un día a elegirlas. Fui y allí me di cuenta que estábamos solos los dos. Mientras yo me probaba las remeras Juan me hacia bromas de ese tipo, subidas de tono. En un momento, con la excusa de ayudarme a sacar una chomba que me habia probado, lo tuve detrás mío. Apoyó su pelvis contra mi cuerpo y yo me dejé llevar.

Hace un silencio. Le respeto ese momento y espero a que retome el relato.

- Tomó mi mano e hizo que lo tocase por encima del pantalón. Me dijo que estaba muy caliente y que necesitaba masturbarse, por lo que se desvistió. Yo observaba su desnudez y su erección, estaba como hipnotizado. Me sugirió que yo lo masturbara y no esperé una segunda invitación. Bueno, una cosa lleva a otra y a muchas más y esa tarde tuve sexo por primera vez. Después, Juan generó un par de encuentros más y se fue a Madrid. Quedé devastado.
- Es de suponer - hago una pausa para que reflexione - Como te sentías luego de esos encuentros sexuales?

- Raro. Por un lado sentía culpa; pero por el otro lado me sentía pleno, libre. - piensa un rato en lo que dirá a continuación - También recuerdo haber sentido algo muy extraño, por primera vez en mi vida sentí que no podría ser comparado con mis hermanos.
- Explicate por favor
- Hasta ese entonces yo no había sido otra cosa que el menor de siete hermanos. El que hereda la ropa y los juguetes que descartaban dos, tres o hasta cuatro varones mayores que yo. El que siempre era comparado con Lucas, Facundo, Mario y German - a tu edad Lucas tal cosa - o - por que no sos como Mario siempre con las mejores calificaciones - o - deberías jugar al rugby como Facundo - Cada cosa de mi vida siempre estuvo relacionada con alguno de mis hermanos mayores. Nunca sobresalí por mí mismo, Mi padre nunca se interesó por algo novedoso que yo hubiese hecho. Ese día hice algo novedoso, me diferencié, me dejé coger por un amigo de mi hermano.
- Tu padre no se interesó, y tu madre?
- En realidad quise decir Mis padres, me refería a ambos.
- Sí, pero dijiste "Mi padre", dejemoslo acá por hoy.

En oportunidades conviene que el paciente, luego de un desahogo muy grande, se distienda, en lugar de entrar a analizar los sentimientos asociados a los hechos o un acto fallido. Aunque conviene remarcarlos. Gabriel va caminando, lentamente hacia la aceptación de su propia sexualidad, y eso es importante, no apuremos las cosas, no vayamos a quemar etapas.

domingo, 18 de octubre de 2009

13 - Un sueño recurrente

Mi ultima sesión del día sería con Claudio. Llegó puntual. La imagen que presenta dista bastante de la que presenta en su discurso, la de una persona prolija, organizada un ganador. Hoy en cambio su aspecto es desprolijo, lleva una barba incipiente de tres días sin afeitar, el pelo lacio un poco revuelto, le cuesta mantener la mirada, se lo ve abatido. Iniciamos la sesión.

- Claudio. Como te sentís hoy?
- Cansado, me siento cansado realmente. No logro dormir bien.
- No logras dormir bien porque te despertas o porque no concilias un sueño reparador?
- Me despierto angustiado a media noche, siempre después de un sueño recurrente. Después de despertarme ya no puedo volver a dormir, camino por la habitación, me recuesto en la cama, leo algo. Así me la paso hasta que llega el amanecer.
- Contame un poco sobre ese sueño recurrente - le pido

Claudio se acomoda en el sillón en silencio, recordando su sueño. Como en todo análisis del propio sueño, los pacientes al principio no logran hilvanar las escenas, de alguna forma sienten violentada su intimidad al tener que relatar esas manifestaciones del psiquismo, imágenes desordenadas que carecen de aparente sentido.

- Veamos... Voy manejando un auto muy lujoso, un Porsche creo, descapotable. Voy acompañado de tres hermosísimas mujeres, por una ruta al lado del mar. Como si fuera parte de una película de James Bond. Supongo que debo estar en la riviera francesa, camino a Montecarlo. Nunca estuve allí, pero me imagino como debe ser. Llego hasta un edificio imponente, muy grande, de estilo barroco francés, detengo el auto, viene un valet parking vestido elegantemente, como si fuera un soldado de la guardia de la reina de Inglaterra y camino sobre una alfombra roja muy mullida. Mis pies no se ven de lo alta que es esa alfombra, siento que floto sobre ella. En la entrada de este edificio hay cuatro guardias con el mismo uniforme que el valet parking, y cuando paso, me hacen un saludo militar con sus espadas. Ingreso al edificio, el cual supongo que es el casino de Montecarlo.
- Interesante...
- Las chicas no están ya a mi lado, voy caminando solo. Cada tantos metros me encuentro con grandes puertas espejadas las cuales empujo con mucha fuerza hasta que se abren de par en par. Sigo caminando hasta encontrarme en un gran salón, completamente vacío, salvo que hay una mesa de ruleta en el centro, con algunas personas a su alrededor.

Llegado a este punto, se detiene y me mira, como buscando algún comentario de mi parte. Le hago un ademán para que continúe el relato.

- Cuando llego a la mesa hay una silla esperándome y muchas fichas. Me recuerda una escena de Propuesta Indecente, como si yo fuese Robert Redford a punto de jugar en el casino. Al lado de la silla están nuevamente las tres chicas. Me llaman y me siento con ellas.
- Continúe por favor
- Acá pasan cosas raras. El croupier que hasta ese momento esta de espaldas se voltea. Es mi padre. Pero no me reconoce como a su hijo. Cada vez que lanza la bola me mira a mi, mientras dice "No va mas" con un tono severo. - hace una pausa de algunos segundos - las chicas me recomiendan como debo jugar, una de ellas me dice que juegue todo al 33, la otra me dice que sea cauteloso, que juegue solo algunas fichas y a diferentes números, y la tercera me pide que no arriesgue y que me lleve lo ganado. Al principio le hago caso a la segunda y juego dividido, pero lo raro es que el numero que sale una y otra vez es el mismo, el 33. La primera de las chicas me insiste que juegue todo al 33 y decido hacerle caso. Juego todas las fichas, muchísimas, a ese número, la tercer chica se va de mi lado; asustada por lo que acabo de hacer. Mi padre vuelve a decir "No va mas" y gano. Salió nuevamente el 33. Me dan una ficha enorme como ganancia, dorada, de unos 40 centímetros de largo, y pesada como un lingote de oro. Pero... - se detiene
- Pero que?
- Esta es la parte mas rara del sueño. Por unos parlantes avisan que yo había hecho saltar la banca y que se cerraba el casino. Y veo que el croupier se va empujando un carrito dorado con las fichas no jugadas y con Sofía que llevaba un vestido de novia negro, sentada sobre el carrito, como si fuera un premio mas. Al ver que se llevan a Sofía, me levanto e intento ir detrás de ellos, pero tengo que llevarme la ficha que he ganado, y esta pesa demasiado, me cuesta cargarla. Los demás jugadores de la mesa se ríen a carcajadas de mi esfuerzo inútil por levantar la ficha y correr detrás de Sofía y de mi padre. Ellos cruzan una puerta espejada y esta se cierra. Cuando llego hasta ella, empujo y hago el máximo esfuerzo para abrirla, pero esta puerta no se abre como las anteriores, y yo la golpeo una y otra vez tratando de abrirla. Allí es cuando me despierto.
- Tu sueño tiene elementos muy interesantes Claudio. Vamos a analizarlo por partes. Al principio sos James Bond.
- Sí. Mas parecido a un playboy que a un agente secreto. Auto de lujo, mujeres, paisajes.
- Llegas a ese edificio donde te recibe una guardia real y te saludan militarmente
- En ese momento me siento como si fuera un rey
- Como la reina de Inglaterra, dijiste
- Así de importante...
- Te has considerado a vos mismo así de importante alguna vez? - hago una pausa para que medite y continúo - Vos no caminas, te desplazas como flotando, sin ver tus pies
- Así me sentía a veces al consumir cocaína, me sentía flotar libremente, y con la capacidad de poder ir a donde quisiera.
- Esas puertas que van apareciendo
- Son como las oportunidades que se me presentaron en la vida. Estaban allí y se abrían al momento que yo llegaba
- Con esfuerzo de tu parte
- Sí, eran bastante pesadas
- Y tenían espejos. Que imagen reflejaban estos espejos?
- Creo que era mi propia imagen, estaba solo en ese pasillo. Aunque no recuerdo haberme visto reflejado - duda un poco - Sí, no creo haber visto mi imagen reflejada. Los espejos no me reflejaban, como si yo fuese transparente
- Eras transparente?
- Para los espejos sí, para el resto no, si me saludaron en la puerta y todo eso.
- Pero en el pasillo vos no te ves reflejado. Estas seguro que eras vos el del pasillo? O era otro el que empujaba las puertas?

- Era yo, de eso estoy seguro
- Y por que no te identificas a vos mismo en el espejo? - espero unos segundos a que relexione sobre lo que acabo de decirle y retomo - ya hablaremos en detalle sobre los espejos. Finalmente llegas a un salón grande. Quiero que trabajemos hoy solo hasta este punto. Tu sueño es muy rico en detalles y no quisiera que se nos pasen por alto algunos de ellos, analicemos hoy hasta acá. Dejemos todo lo demás para futuras sesiones.

Conversamos por una media hora más sobre los detalles del sueño y su relación con como se había desenvuelto hasta entonces en la vida. Su desarrollo profesional, su adicción al trabajo, sus ansias de triunfar, de imponerse sobre los demás, de ser ese playboy con autos lujosos y recibimientos dignos de un rey. De su necesidad de consumir cocaína para poder ir a donde quisiese. De que no se identificaba a si mismo frente a las puertas espejadas. Muchos detalles.

Fue una sesión alentadora. Le pedí que reflexionara sobre los detalles que habíamos analizado hasta alli y me despedí de él finalizando la sesión.

12 - No estoy loca

Después del almuerzo retomo la rutina. Me quedan dos pacientes mas para el día de hoy. Tomo la bandeja de la comida y la dejo fuera de la habitación, en el pasillo, desde donde la pasaran a buscar, regreso a mi sillón y espero a que llegue Susana, mientras reviso mis anotaciones sobre su caso.

Susana me sorprende ingresando silenciosamente.
- Buenas tardes doctor - me dice cuando ya la tengo frente a mi
- Licenciado, Susana, licenciado. Por favor tome asiento - le señalo el otro sillón - Como se siente hoy?
- Bien.
- Bien, como? Las palabras bien o mal por si mismas no me dicen mucho Susana. - le explico
- Doctor, me siento bien - deberé acostumbrarme a que me llame doctor, es nuestra cuarta sesión y no logro hacer que deje de llamarme por ese título - Que se yo - continúa - estoy cansada de estar acá. Encerrada. No ve que estoy bien? Me tiene que dejar salir. Deme el alta. No estoy loca. Tomé unas copas de mas en una fiesta y después tuve unas pesadillas con arañas. Lo que pasa es, que yo no soporto las arañas desde chiquita. Una vez, cuando tenía seis años, mi primo Francisco me hizo una broma con una araña. Hizo que me caminara por el brazo, y desde ese día les agarré pánico. Mire como se pone la piel de solo recordarlo - y me muestra su brazo.

Así es Susana. Verborrágica. Una catarata de palabras que van de un tema a otro. Trataremos de encausar la sesión.

- Susana, usted y yo sabemos que el motivo de su internación no fueron unas pesadillas, sino fueron alucinaciones que usted sufrió, producto de un síndrome de abstinencia al alcohol. Usted tiene un problema con la bebida, Susana, el cual le está generando complicaciones en diversos índoles de su vida. Recuerde lo que le pasó en la fiesta de fin de año de la empresa. Me gustaría que en lugar de pensar en que usted pueda salir de esta institución, trabajemos antes en resolver los conflictos que a usted la han llevado a refugiarse en el alcohol, para que de ese modo su reinserción en la sociedad tenga un valor agregado para usted misma. Me entiende?
- Doctor, no creo tener un problema con la bebida - me contesta, alterada - Tomo unos tragos, y que? No puedo darme un gusto en la vida acaso? Tomar unos tragos y alegrarme a la noche? Como se supone que debo vivir? triste y amargada? Sabía usted doctor que en la oficina me llaman "la amargada"? Sí, así me llaman. Creen que yo no lo se y se ríen detrás mío, pero yo sí lo se. Se quienes son. Son esas pendejitas, las que tienen las tetas hechas. Las que andan mostrando la minifalda y moviendo el culito de una oficina a otra, tratando de levantarse a los tipos, sin importarles si están casados como Dios manda, sin importarles si le joden la vida a la pobre mujer de ese tipo que se desloma en la casa para atenderlo. Esas; esas son las que me llaman amargada a mí, chiruzitas de morondanga, claro, para ellas es muy fácil, tienen veinte años, tienen buen cuerpo, las mantienen sus papitos. Yo en cambio tengo que valerme por mi sola, por que desde que una chiruzita de esas le hizo la cabeza a Adolfo y este se fue detrás de un culito parado, yo tuve que valerme por mi sola. No veo que tenga de malo que a la noche me den ganas de tomar un par de tragos. No jodo a nadie. Y menos ando levantándome tipos casados. Vamos a ver cuanto le dura la pendejita a Adolfo, hace cinco que viven juntos. Esa, ya debe andar buscando reemplazo, porque Adolfo ya no es un pendejo y para cumplirle debe estar dándole a la pastillita, al viagra, me imagino. Aparte Adolfo no era sexualmente un toro. Seguramente que la chiruzita esa debe tener otro que le cumple, sí, eso debe ser, y el Adolfo la mantiene. Un pelotudo.

Se hace muy difícil tomar un rumbo y tratar un tema con Susana. Vuelvo a intentarlo.

- Susana, intentemos algo. Por favor, piense en algún momento en que usted se haya sentido bien. Tratemos de recordar la última vez en que usted se haya sentido plenamente feliz.
- A ver. Sí. Puede haber sido en el verano del 2000, doctor. Ese verano fuimos con Adolfo a Pinamar y lo pasamos tan bien.
- Que hechos en particular hubieron en ese viaje que hicieron que usted se sintiera tan bien? - me apresure a decir evitando que se explayara un poco más y se perdiera el foco.

- No se, estábamos juntos él y yo. El estaba cariñoso, hablabamos mucho, saliamos a caminar, pareciamos dos jóvenes otra vez, había intimidad entre nosotros, me entiende Doctor?
- Se refiere a que hubo sexo?
- Sí. Tuvimos bastante sexo.
- Bueno Susana, dejemos acá por hoy. Reflexione un poco por favor en lo que acaba de recordar. - Me levanté y le indiqué la puerta