domingo, 1 de noviembre de 2009

23 - Las embajadas de la muerte

Fernando llegó esa tarde con un dejo de tristeza en el semblante. Lo recibí y le ofrecí asiento, al tiempo que le preguntaba como se sentía.

- Hoy estoy triste - me dijo secamente
- Porque motivo?
- Hoy es el aniversario de la muerte de mi viejo - me explicó - quería ver si me daban permiso para ir al cementerio a ponerle unas flores, pero me dijeron que no podía salir, que aún no estaba preparado.
- Sí, es cierto, aún no estas en condiciones de salir a la calle Fernando, no convendría que tuvieras una recaída
- Pero yo necesitaba ir, ponerle unas flores al viejo. Me hubiese acompañado alguien, no me iba a pasar nada, era un toque, íbamos, le ponía las flores, hablaba un rato con él y reingresábamos.
- Hablabas un rato con él... - le repito la frase - sos de ir seguido al cementerio para "hablar" con tu padre?
- Para las fechas importantes siempre. Navidad, su cumpleaños, el aniversario de su muerte, mi cumpleaños. A veces, los fines de semana no tenía nada que hacer y me pintaba ir.
- Y de que cosas hablas con él?
- De todo. Le cuento como me va en el trabajo, de la familia, de sus hermanas. De mi vieja trato de no contarle mucho.

- Porqué?
- Para que no se enoje. Lo que pasa es que al principio íbamos a visitarlo ella y yo. Íbamos los sábados a la mañana, le arreglábamos las flores. Después, ella dejó de ir, me dio a entender que había terminado su duelo, discutimos feo esa vuelta.
- Discutieron?
- Sí. Yo le dije que el duelo por un esposo o esposa no se termina nunca, y ella me dijo que ya había llorado suficiente a mi viejo, que 10 años habían sido suficientes y que no pensaba volver al cementerio.
- Y vos, como interpretaste esto?
- Me molestó mucho. Ella no se puede olvidar así como así del hombre que la hizo feliz. Para mí es una suerte de traición a su memoria. Estoy seguro que son ideas que le metió el tarado de Ricardo en la cabeza.
- Ricardo? - le pregunto, tratando de hacer memoria y ubicarlo en su contexto
- Si, el amigo de mi vieja
- Ah, sí. Recuerdo, su pareja actual.
- Sí, - responde de mala gana - ese mismo. No me lo banco, desde que él llegó, las cosas empezaron a salir mal.
- Porqué te cuesta decir que es la pareja de tu madre y lo llamas "el amigo"?
- Por que sí. - responde como lo haría cualquier niño y en forma adrede noto que cambia el rumbo del diálogo - Yo a mi vieja le dije que iba a seguir yendo a verlo al viejo, y cumplí, salvo estos meses por que he estado acá. Me hice cargo de la cuota del cementerio, le pagué a un florista para que le ponga flores cada semana. Algún día mi vieja va a pegarle una patada en el culo a Ricardo, se va a dar cuenta de su error y va a regresar a visitarlo, ese día se va a sorprender al ver lo bien cuidada que está.
- Se va a dar cuenta de su error... - repito para recalcar la frase - Como crees que reaccione ella ese día?
- Se va a poner re-contenta, - me responde con una amplia sonrisa que se le dibuja en el rostro - me va a felicitar. Seguramente venga a casa y traiga algún postre, tomaremos mate y la pasaremos bien.
- Tan importante es para vos que tu madre te felicite? - le pregunto, remarcando el "tan"
- Y que le parece? - me responde como si mi pregunta fuese relacionada a una obviedad.

Hace una pausa, la que aprovecho para buscar algún hilo que permita retomar el diálogo

- Dijiste al principio que el día de te cumpleaños también vas al cementerio para "hablar"con tu padre. Entendí bien?
- Sí, - me responde con naturalidad - si cae fin de semana voy a la mañana, si cae día de semana, me doy una escapada a la hora del almuerzo, salgo de la oficina y me tomo el subte. Prefiero ir a esa hora, no me gusta el cementerio a la tarde, me da un poco de miedo.
- Miedo? - repito, tomando nota de que otra vez aparece la sensación de temor
- Sí. Es medio tonto, ya lo se. No hay que temerle a los muertos, sino a los vivos, decía mi tía, pero a mi, me da un poco de "cosa" ir y caminar entre las tumbas cuando ya oscurece.
- Porqué?
- Osea... no es que piense que vaya a salir alguna mano y me vaya arrastrar dentro de una tumba, nada que ver, sino que... - noto que le cuesta responder - a la muerte, le tengo respeto.
- "La muerte" como vos decís, Fernando, no está en el cementerio. Allí hay muertos. Nadie va y se muere en un cementerio. Cual es el temor?
- Se me ocurre que los cementerios son lo más cercano a la muerte que tenemos. Son como embajadas de la muerte. No se, desde chico siempre me asustó el tema de la muerte. Si veía una carroza me asustaba. Yo se que todos nos vamos a morir, pero no por eso deja de darme temor, me entiende?
- No del todo Fernando. - finjo para hacerlo hablar del tema un poco más
- No me quiero morir, aun no, es muy pronto
- Y porqué habrías de morirte?
- Es un presentimiento que tengo desde hace meses, de que me voy a morir sólo como un perro internado en una clínica. Por las dudas me hice hacer estudios completos, y nada. Hasta el test de HIV me hice por las dudas, vio? Como a veces con las minitas no usé forro, llegué a pensar que me lo podía haber agarrado, pero no, salió negativo.
- Algún síntoma te llevó a pensar que tenías alguna enfermedad incurable o terminal?
- No. Solo fue un presentimiento. Al principio me venía de tanto en tanto. Luego se hizo más recurrente. Eso me llevó a pensar en mi situación, en la soledad en la que vivía, en que no tengo una mujer, hijos, y eso me generaba angustia, me despertaba angustiado, sintiendo un hueco en el estomago, un vacío... trataba de sacarme esas ideas de la cabeza usando el mismo método que uso cuando no puedo dormir...
- Cual?
- Me masturbo, acabar me relaja y me ayuda a dormir. Cuando me vinieron esas sensaciones de angustia por la muerte y la soledad, al principio lograba sacarla de mi cabeza "jalándomela", pero llegó un momento en que ni siquiera eso servió, no lograba concentrarme lo suficiente para llegar a "acabar" o lo que es peor, un par de veces el "muchacho" no reaccionó, se quedaba alli, tal cual, pancho, dormido.
- Y eso como te afectó
- Y que le parece? me terminó de reventar. Algo más podía pasarme? Estoy meado por un dinosaurio tuerto. Mireme, estoy gordo, casi pelado, solo, las mujeres no me dan ni la hora, presiento que tengo alguna rara enfermedad y que me voy a morir, y encima, me imaginaba que me estaba quedando impotente... lo único que me falta es volverme puto y cartón lleno.
- Pero no sos impotente, o sí?
- No. Solo en esas oportunidades no se me paró, cuando estaba angustiado. Esos días, a la noche me fui donde alguna minita y allí sí, el "muchacho" cumplió como corresponde, felizmente.
- Fernando, vamos a dejar aquí hoy. En la próxima sesión quiero que hablemos de tu madre, Graciela, y también de su pareja, Ricardo. De tu relación con ambos. Hay puntos que no me quedan claros.
- Ricardo? Y que tiene que ver el tarado ese con todo esto?
- No lo se. Por eso quiero que hablemos también de él, veremos si tiene o no que ver con algo de lo que te ocurre.

Nos despedimos. Me quedé pensando en varias cosas que Fernando mencionó hoy. El luto perpetuo al que quería condenar a su madre. La necesidad de cumplir determinados roles, mantener viva la memoria de su padre. La necesidad del reconocimiento materno. Su temor a la muerte y a la soledad. Su impotencia temporal. Es imperioso que ataquemos los temas de fondo y en forma rápida, por ello quiero que hablemos de su madre y de Ricardo.

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