sábado, 7 de noviembre de 2009

25 - El principe de mamá

- Buenas tardes Fernando. Como te sentís hoy?
- Hola. Un poco incomodo me siento. Me dijo que hoy quería que hablemos de mi vieja. No entiendo. Que quiere que le diga.
- Yo no quiero que me digas nada en particular. Simplemente creo conveniente que analicemos cual fue y es actualmente tu relación con ella, así como con su pareja, Ricardo se llamaba, no? -Adrede enfatizo el nombre de la pareja de su mujer, para observar su reacción. Noto que se incomoda más ante su evocación.
- Sí. El tarado.
- Decime, cómo era tu relación con tu madre de niño?
- Mi vieja siempre me protegió. Me preparaba las comidas que a mi me gustaban, milanesas con papas fritas, albóndigas, pollo al horno. los sábados y domingos me traía el desayuno a la cama. Me hacía jugo de naranja exprimido, tostadas con dulce de leche. Mi vieja siempre decía que para su hijo lo mejor. Que yo era su príncipe.
- Cual es el recuerdo mas lejano que tenés de ella?
- Volvíamos de la costa, supongo que de Mar del Plata - me cuenta, luego de hacer memoria un rato - mi viejo manejando y ella me hacia dormir en sus brazos. Me cantaba una canción. Esa que dice "es el toro enamorado de la luna", la conoce?
- Sí, la conozco. Dime, por qué no tuviste hermanos, sabés?
- Creo que por que mi vieja no quiso tener otro hijo. Ella siempre dijo que en su reino, solo había lugar para un príncipe, osea yo.
- Y vos, como te sentís al respecto? te hubiera gustado tener hermanos?
- Creo que sí, pero no me jode ser hijo único. Por el contrario, creo que pude disfrutar mas de mi viejo y de mi vieja siendo yo sólo. No se, no me lo he planteado realmente.
- Nunca?
- A decir verdad, sí, lo pensé. Creo que hubiera sido bueno tener alguien con quien jugar de chico y no tener que jugar siempre con mi vieja.
- Jugabas con ella?
- Sí. Si estábamos los dos sólos en casa todo el día. Ella me hizo una vez un disfraz de príncipe, una corona y un cetro, y a veces jugábamos a que yo era el rey de la casa. Le decía lo que tenia que hacer y ella obedecía.
- Vos le decís a tu madre lo que ella debía hacer... - repito
- Era sólo un juego.
- Te retaba, te castigaba, te pegaba?
- Me retaba si me portaba mal. Nunca me castigó y menos me pegó. Cuando me retaba después se iba a llorar a la habitación.
- Lloraba?
- Sí. Yo iba a verla, le pedía perdón por haberla hecho llorar y después, seguro salíamos a comer un helado o me preparaba algún postre.
- Y tu padre, te retaba, te castigaba o te pegaba?
- Mi viejo? ni en pedo. Mi vieja se lo tragaba, si el viejo llegaba a retarme siquiera. No. A su príncipe no lo retaba nadie mas que ella, decía. Si hasta una vez me cambio de jardín de infantes por que una maestra me retó mal y me hizo llorar. Mi vieja fue, se quejó ante la directora y como no la querían echar a la maestra, me cambió y me inscribió en otro jardín. Mi vieja defendiéndome era una leona.
- Sí, veo. Tus padres discutían entre ellos, se peleaban?
- Discutían sí, de vez en cuando. Casi siempre por algo que tenía que ver conmigo - se ríe - pero, pelearse mal? No. No recuerdo que hayan tenido una pelea grosa.
- Discutían por causa tuya? Cómo es eso?
- El viejo le decía a mi vieja que no me mimara tanto. - Graciela, dejá de mimar a ese chico, nos va a salir maricón - le decía. Ja. Yo maricón... ni ahí. El viejo en esa se equivocaba.
- Y tu madre que le decía?
- Que ella era la encargada de criar a su príncipe. Que ella no opinaba sobre como se debían hacer las cosas en la fabrica, por lo tanto, él no debía opinar sobre como ella me criaba. Hasta allí llegaban. No peleaban mas. El viejo se ponía a mirar la tele y a otra cosa.
- Entiendo. Y luego de la muerte de tu padre, tu madre siguió llevándote el desayuno a la cama?
- Sí, claro. Lo hizo hasta que me fui de casa, todos los fines de semana, hasta los veinticinco años, ella entraba a mi pieza tipo 10 de la mañana, me despertaba y me ponía la bandeja en una mesita que hay en mi habitación en su casa.
- Qué hay? o Qué había?
- Bueno, que había. Una vez que me fui, el tarado convirtió esa habitación en su estudio personal.
- Decime, y vos, no te sentías incómodo con tu madre incursionando en tu habitación mientras dormías. Es decir, podría haberte visto desnudo, con alguna erección matutina o masturbándote.
- Sí. Pero con mi vieja está todo bien. Mas de una vez señalaba hacia mi entrepierna y me preguntaba si también se había despertado "el pequeño príncipe"
- Y a vos eso te incomodaba o no?
- No en particular. Creo que toda madre tiene ese tipo de relación con su hijo.
- Yo no estaría tan seguro - le hice ver
- Con respecto a que me encontrara jalándomela, trataba de no hacerlo cuando estaba ella en la casa, aunque mi vieja sabe que me masturbo, una vez, a los dieciocho años me hizo notar que mis sábanas tenían varias aureolas.
- Fernando, y con Ricardo, porqué discutías siempre?
- Por que es un tarado, siempre intentaba hacerme quedar mal delante de mi vieja.
- De que modo?
- Diciéndole que ya era hora que me pusiera de novio, en lugar de estar frente a la computadora todo el día. Que sus hijos estaban todos casados y le habían dado nietos, en cambio yo, a mi vieja solo le estaba dando dolores de cabeza. Que era hora que me fuera a vivir por mi cuenta en lugar de ser un hijo pollerudo. Cosas de ese estilo.
- Y a vos te molestaban?
- No por mí, sino por la vieja. Me jodía que le llenara la cabeza con mis problemas.
- Pero es la pareja de tu madre, es lógico que hablaran de esas cosas.
- No es lógico que intente separar a un hijo de su madre.
- No veo que lo haya intentado
- Preparó una atmósfera como para que me vaya de esa casa
- Pero, llegados a cierta edad, es común que los hijos se vayan de la casa de los padres
- Con mi vieja habíamos hablado antes que conociera a Ricardo, que cuando yo me casara llevaría a mi mujer a vivir allí con ella
- Crees que eso le hubiera gustado a tu esposa?
- Le iba a tener que gustar. Es mi madre. No la iba a abandonar
- Sin embargo la dejaste con Ricardo. Crees que Graciela es feliz a su lado?
- El tarado le hace compañía y se dan sus gustos, supongo que sí.
- Sexualmente, deben andar bien también - lanzo un comentario con fuerte impacto emotivo esperando ver como reacciona
- No le permito que hable así de mi vieja! - se levantó de la silla
- Fernando, no veo que dijera algo fuera de lugar. Se supone que Graciela y Ricardo llevan una vida sexual activa.
- No lo se ni me interesa. -me contesta mientras se dirige hasta la puerta
- Fernando, vamos a tener que retomar este tema en la próxima sesión. - le digo mientras me acerco a la puerta - No podemos dejarlo acá.

Lo veo irse enojado. Es evidente que Fernando a lo largo de los años no ha llegado a entender correctamente la naturaleza del vínculo madre-hijo. Noté en sus respuestas situaciones donde la culpa por haber hecho llorar a la madre lo hacían pedir perdón por cosas por las cuales no se sentía verdaderamente culpable. La sobreprotección que Graciela le dio a lo largo de su infancia y adolescencia hacen que hoy Fernando se vea incapacitado para afrontar los compromisos reales de un adulto. Me llama poderosamente la atención la falta de pudor frente a la madre contrapuesta con el enojo al hacerle notar que la madre llevaba también una vida sexualmente activa. Hay en Fernando además una visión muy particular de la realidad; si la pareja de su madre le marca los errores, en realidad Fernando entiende que lo que esta persona desea es separar a la madre de su hijo. Son todos eventos muy complejos que deberemos tratar de resolver, por el bien de todos en ese núcleo familiar, pero por sobretodo, por el bien de Fernando.

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