sábado, 7 de noviembre de 2009

24 - Me pidió que lo acaricie

Al verla ingresar a Susana, noto que está mas delgada que al inicio de su internación. Le ofrezco tomar asiento frente a mí y se lo hago notar.

- Susana, está alimentándose bien? la veo más delgada
- Sí doctor, noto que he bajado un par de kilos aquí en la clínica, aunque más bien, estoy retomando mi figura. En estos años había subido un poco de peso, hoy estoy pesando 48 kilos. me falta bajar 2 kilos más y estaré en mi peso de siempre.
- Entiendo. Susana, por favor, quiero que hoy trabajemos los recuerdos que tenga de su infancia y adolescencia. Cuénteme, por favor.
- No hay mucho para decir. Nací en el 57. Mis padres me tuvieron a edad avanzada. Mamá tenia treinta y siete años y papá cuarenta y cinco. Soy hija única. Papá había sido empleado del correo y sindicalista, hasta que vino la revolución libertadora y lo despidieron. Tuvo que buscarse otro trabajo y empezó como camionero, viajando al interior. Mamá, para ayudarlo, limpiaba casas. Eramos una familia de clase media/baja. Vivíamos en Ramos Mejía. Papá, cuando no estaba viajando, en casa, puteaba todo el día contra los militares, contra Rojas y a Aramburu, después contra Lanusse y Onganía, decía que algún día Perón iba a regresar a poner las cosas en orden. Pobre, no alcanzó a verlo regresar, apenas ganó Campora las elecciones, se enfermó del corazón, lo internamos y falleció de un infarto. Mamá tampoco vivió mucho más, falleció tres años después de una gripe que se le complicó y derivó en una pulmonía. Yo ya estaba de novia con Adolfo en esa época. Al poco tiempo que mamá se fue, me casé con él, vendí la casita y nos mudamos a Barracas.
- Continúe, por favor.
- Bueno, ya le dije que en casa eramos peronistas a muerte. Siempre con miedo de que una noche vinieran a tocar la puerta y a llevarse a papá, que seguía en el sindicalismo. Mamá hablaba maravillas de Evita. Por eso mi segundo nombre, Susana. No se podía poner María Eva de nombre y entonces me llamaron María Susana. Mamá no tenia estudios secundarios. Su familia era muy pobre, eran peones de campo, siempre de una estancia a otra, cerca de Pehuajó. Cuando se vino a Buenos Aires, en el 42, ya era mayor como para pensar en hacer la secundaria. Conoció a mi papá en una unidad básica, en Morón, en el 47. Se casaron y se fueron a vivir a la casita de Ramos.
- Algún recuerdo de su infancia?
- Nada en particular, iba a la escuela, al volver, como no había nadie en casa me quedaba en lo de Marta, una vecina, jugando o haciendo los deberes, hasta las 9 de la noche, en que regresaba mamá cansada y cenábamos. Papá cuando estaba en Buenos Aires, no venía mucho a cenar. Se quedaba hasta tarde en el sindicato y yo apenas lo veía. mas tarde, cuando ya iba al secundario, me quedaba sola en casa y me encargaba de preparar la cena durante la tarde, así mamá no se tenía que encargar de eso cuando regresaba.
- Amigos, amigas?
- Los hijos de Marta, nuestra vecina, Liliana, Mónica y Rubén, el mayor, con los que jugaba al salir de la escuela. Estaba también Ines, mi mejor amiga del secundario, no mucho más, el resto solo eran comperos de la escuela.
- Algún novio de su adolescencia?
- Novio? No. No exactamente. Con Rubén, mi vecino, jugábamos a que un día nos pondríamos de novios. Nos dimos un par de besos... - hace un silencio - Nada que no hicieran los pendejos. - cambia el tono de la voz
- Quien le explicó lo referido al sexo y a tener hijos
- Mamá me lo explicó, cuando tenía trece años y me hice señorita
- Entiendo. - hago una pausa, muy necesaria para lo que debía preguntar a continuación - de adolescente, usted recuerda si jugaba consigo misma?
- Se refiere a si me tocaba allí? Doctor, ni se le ocurra. Eso no era bueno. Las nenas no debían tocarse ni dejar que nadie las toque allí. Cuando Rubén me tocaba, yo le hacía sacar la mano de allí.
- Rubén, su vecino. Entonces hubo algo más que un par de besos, Susana.
- No doctor, creo que no, solo eso.
- Qué edad tenían usted y Rubén cuando jugaban y se besaban?
- Yo tenía quince. Rubén, dieciocho creo. Era más grande que nosotras. Rubén me sentaba en su falda y me pedía que fuese su novia. Me besaba las mejillas y me acariciaba el vientre, subía sus manos y yo las sacaba cuando se acercaban a mi busto. Jugábamos así, hasta que yo sentía algo duro y caliente en su pantalón. Allí me levantaba y me iba. Un día en que estábamos jugando así, me beso en la boca, fue una sensación muy rara, me gustó.
- Y?
- Lo dejé que siguiera, me tocó los pechos, esa fue una sensación mas extraña aún. Sentí mis pezones endurecerse, Rubén tomó mi mano, abrió su pantalón e hizo que lo tocara, estaba muy duro y caliente. Me asusté, pero él me pidió que lo acaricie y fue guiando mi mano, hasta que lo sentí jadear y mojar mi mano con algo viscoso. Salí corriendo y me fui a lavar.
- Hubieron otros encuentros con Rubén de este tipo?
- Uno más, después me enfermé y Rubén se fue, Marta lo echó de la casa.
- Que pasó en ese último encuentro entre ustedes.
- Mas o menos lo mismo que en el anterior.
- Y usted, de qué enfermó Susana?
- Empecé a tener nauseas y mareos. Sangraba mucho a la noche. Me sentía desganada. Mamá me revisó, me preguntó si había estado jugando con algún chico. Le conté de mis juegos con Rubén, vino Marta y me llevaron donde una enfermera del barrio. Allí me pusieron en una camilla y me metieron algo como una cucharita en la chochi. Me dolía mucho. Estuve después tres días en cama sangrando. Mamá lloraba todo el día, me aplicaba unas compresas calientes y me limpiaba. Decia que yo era una mala hija, que no habia escuchado sus consejos. Agradecía que Papá estaba de viaje. Luego de eso me recuperé y volví a la escuela. A Rubén no lo vi mas. Nadie hablaba de él.
- Susana, comprende usted lo que acaba de contarme?
- A que se refiere doctor?
- Usted, a los quince años, tuvo un aborto, Susana. No se da cuenta?
- Un aborto? imposible doctor. Si yo fui virgen hasta...

Silencio. Espero a que Susana tome contacto con sus recuerdos reprimidos a lo largo de los años.

- Sí. Es cierto. Yo aborté - dijo, por fin, entre lágrimas - Rubén en esa segunda oportunidad me hizo suya. Aprovecho que estábamos solos en mi casa y vino una tarde, hizo que lo tocara y lo acariciara y el me toco también, luego se desnudó y entró dentro mío. A mí me gustó sentirlo allí. Él era tan grande, estaba tan duro y caliente, y sentir eso adentro mío era algo muy placentero, sí, lo recuerdo, como pude haberlo olvidado? Y hubieron varias otras veces en que vino a visitarme, no fue solo una vez. A mí me gustaba que viniera y que jugáramos de esa forma.
- Susana, vamos a dejar hoy aquí. Es muy importante lo que acaba de recordar, pero necesita procesarlo, necesita entrar en contacto con sentimientos y recuerdos. La psiquis bloquea muchas veces recuerdos incómodos como este. Es necesario no solo recordarlos, sino también aprender a convivir con ellos nuevamente, por eso, profundizaremos esto en la siguiente reunión que tengamos.

La Susana que abandonó ese día la habitación 118 estoy convencido que no fue ni por asomo la misma que entró una hora antes. Se abrirían para ella a partir de estos recuerdos reencontrados una serie de dudas y certezas que habrá de ir desentrañando.

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