sábado, 31 de octubre de 2009

21 - Un placer embriagador

Claudio llegó después de Susana. Se lo ve ligeramente alterado, se sentó frente a mi y empezó a hablar sin que hiciera falta que lo invitara a hacerlo.

- Estoy pensando en renunciar a la empresa cuando salga de acá.
- Ajá, y a que pensás dedicarte?
- No lo se, aún no lo he decidido, tengo algunas ideas, pero nada concreto
- Y cual sería entonces la razón para que renuncies?
- No quiero volver a ese ambiente de competencia. No quiero verme obligado a besar traseros todo el tiempo. No quiero sentir la necesidad de tomar cocaína otra vez.

Apareció. En todo este tiempo en forma adrede evité sacar ese tema, esperaba que el lo trajese a flote, que lo reconociera por motu propio, para que no pareciera ser un tema impuesto desde mi lado.

- Cocaína. Dime, que tiene que ver tu trabajo con eso? Que te hace pensar que en otro ámbito laboral estarás inmune? Hablemos de ese tema por favor.
- Empecé a tomarla a los veinticinco años, cuando estaba terminando la licenciatura y a la vez trabajaba. Se me hacían interminables los días en la oficina y las noches estudiando. Una noche, estudiando con un amigo en su casa, hicimos un alto por que estábamos los dos reventados de cansancio. El fue hasta el baño; cuando volvió se estaba secando la cabeza con una toalla, se la había remojado en la ducha, pero no sólo eso, venía con todas las pilas puestas. Recargó las baterías mágicamente. Como yo no daba más le dije en broma -dejame refrescar la cabeza en tu ducha, debe se milagrosa, mirá como estas, pilas!- a lo que me contestó -no estoy pilas por el agua sino por este sobrecito- y sacó un sobre con cocaína que me ofreció. Al principio dudé, pero ese exámen final era muy complicado, y a mi amigo no le iba nada mal rindiendo, que podría hacerme un poco de ayuda extra? Probé y fue como si me inyectaran potencia extra, como si toda la vida hubiese tenido un turbo en el auto pero nunca lo hubieran encendido. Me sentí el rey del mundo, poderoso, capaz de cualquier cosa, a partir de ese momento cada vez que se me presentaba un reto, chico o grande, con la ayuda del polvo mágico conseguía la fuerza necesaria para superarlo.
- Siempre fue así? consumías sólo cuando se te presentaba un reto a vencer? o eso cambio en algún momento?
- Al principio sí. Era algo esporádico, sobretodo en época de exámenes o si debía presentar algún proyecto en la empresa y me quedaba hasta tarde en la oficina. Después se empezó a hacer más frecuente la necesidad de sentir esa fuerza, ya lo hacía por el placer de sentirla, era un placer embriagador. El día que me casé, recuerdo, me había hecho conseguir medio gramo de extrema pureza. Como bailé esa noche...
- Te embriagaba el placer de drogarte con cocaína. Interesante modo de verlo. En una misma frase
- Yo nunca dije que me drogara - me interrumpe - para mi consumir cocaína no era drogarme, era una forma de obtener un poder, una fuerza superior.
- Pero, sos consiente que la cocaína es una droga, no?
- Sí, a lo que me refiero, es al hecho de que yo no era un drogadicto. La tomaba como un aditivo. Algo que le pones al motor y te de mayor potencia en la salida, un Bardahl, me entiende? A ver... yo no me considero un alcohólico por ejemplo, pero si voy a una cóctel o a una fiesta bebo moderadamente. Lo que se denomina un bebedor social, el que toma para divertirse, desinhibirse y pasarla bien, pero hasta ahí, no se emborracha. Con la cocaína, yo era así, lo hacía por placer, no por falopero.
- En los últimos meses con que frecuencia buscabas ese placer, Claudio?
- Depende - me dice titubeando un poco- dos, no, tres veces por semana, un par de veces, más.
- Claudio... Con que frecuencia?
- Casi a diario - confiesa
- Un bebedor social que siente necesidad de beber a diario puede seguir siendo considerado un bebedor social o no?
- No - me dice, presintiendo adonde voy - ya es un alcohólico, pero en mi caso nunca consumí cocaína hasta quedar inconsciente, salvo... - hace una pausa, la cual respeto - ...salvo el día del accidente.
- Antes de llegar ese evento quisiera que sigamos analizando los hechos cotidianos. Sentías necesidad de consumir casi a diario, te embriagaba esa sensación de poder, el placer del poder, consumías sin llegar al extremo, pero constantemente. Aunque, no te consideras un adicto.
- No, no me considero así
- Te hago una pregunta. Si hoy te encontraras en tu habitación al regresar, un sobrecito con cocaína, la consumirías?
- Sí, seguramente sí. - me dice luego de reflexionar la respuesta
- Pero acá, en la clínica, no estas en un ambiente que te genere retos a superar, no existe el factor principal de motivación, no necesitas sentirte poderoso. Porqué la tomarías?
- Por el placer que genera y por que hace un buen tiempo que no la tomo.
- Claudio, hay algo que necesitas reconocer. Sos un adicto. No sos un consumidor ocasional. Tomarías cocaína hoy, por que te gusta hacerlo, por que tenés una necesidad. Acá adentro de la clínica no la consumís por que no la conseguís, pero si la tuvieras a tu alcance lo harías. Psicológicamente no has realizado el corte de esa dependencia, la necesitas, y es algo que debes meditar para trabajar y resolver. Ya te ha causado daños irreparables, debes ser consiente de eso. Por más que cambies de trabajo, de actividad, de país, de religión, lo que sea, la necesidad estará presente hasta tanto no resuelvas internamente esa dependencia.

No me responde.

- Por favor, cerremos hoy acá y pensá en lo que te dije. Pensá.

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