domingo, 18 de octubre de 2009

10 - El poder de He-man

Sentí un llamado a la puerta. Dos golpes tímidos.
- Adelante - dije

Era Gabriel. Aun llevaba las vendas alrededor de las muñecas, signo inequívoco de su reciente intento de suicidio. Me saludó y se sentó en el otro sillón de la habitación.

- Gabriel, como estas hoy?
- Con algo de bronca - me contestó, luego de una pausa en la cual pareció realizar un profundo examen de conciencia
- Bronca... - repetí
- Sí! Bronca contra los hijos de puta del Opus, que destrozaron mi vida - se apresuró a contestarme
- De que forma destrozaron tu vida Gabriel?
- Y que le parece? Yo estaba bien. Tenia un buen trabajo. Una familia que me quería. Tenía un hogar en la casa de la Obra. Rezaba, estudiaba, hacía apostolado. Nadie sospechaba sobre lo mío.
- Con "lo mío" supongo que haces referencia al hecho de tu homosexualidad, no? - le interrumpí para tratar de que tomara conciencia de la causa del problema y no lo evitara usando un eufemismo y así rodeara el tema central.
- Sí, claro, a eso me refería - dijo, mientras hacía una mueca de disgusto, como si no le gustara admitirlo - Hoy todo eso se fue a la mierda. Mis padres deben estar avergonzados de saber que tienen un hijo homosexual. Por que carajo tuvieron que ventilar mi intimidad? No podían dejarme ir de la Obra sin joderme, sin destrozar mi vida?
- En todo caso, lo que esta gente destrozó, Gabriel, fue una situación de confort en la que estabas. Una zona de seguridad que vos mismo te habías construido. Tu objetivo en todo caso deberá ser construir una nueva zona de confort, más sólida, para que en el futuro nadie pueda destrozarla.
- Si fuera tan fácil...
- Trabajemos en ese sentido. Veamos, trata de volver atrás en el tiempo, al primer momento en que tomaste conciencia de tu atracción por los chicos de tu mismo sexo. A que edad sucedió esto?

Pasaron un par de minutos antes que me respondiera. Ero obvio que a Gabriel le costaba abordar el tema.
- Habrá sido a los once o doce años. Fue en un cumpleaños. Era en una casa que tenia pileta, estábamos un grupo de chicos y chicas en ella, y uno de los chicos mayores de unos catorce años creo, para hacer que las chicas salieran de la pileta se sacó el short estando dentro del agua y entro a revolearlo. Las chicas salieron riéndose nerviosas del agua y sólo quedamos los varones dentro de la pileta. Este chico siguió nadando desnudo. La idea de tener otro pibe nadando desnudo a mi lado me causó curiosidad y algo de placer. Luego, no se bien como, terminamos cambiándonos él y yo en la misma habitación, solos. Cuando se desnudo para secarse quede maravillado observando su pene y su vello púbico. Se acercó hasta mi y mientras se tocaba, me preguntó si le gustaba lo que veía, a lo cual yo le dije que sí y me ofreció que se lo tocase. Cuando empecé a tocarle el pene, este reaccionó y comenzó a estirarse, calentarse y crecer, yo seguía tocándolo, maravillado del poder que mi mano tenía sobre esa parte de su cuerpo. Me gustaba tener ese poder. No fueron mas de dos minutos, se dio vuelta y se vistió. Yo me cambié. Nunca mas creo que lo volví a ver.
- Poder? - pregunté
- Sí - se río Gabriel - Pensaba que tenía algún tipo de poder mágico en mi mano, que podía hacer que otro muchacho, en este caso mas grande que yo, tuviera una erección.
- Detengámonos unos minutos en este tema, que es interesante - lo interrumpí - Porque te gustaba tener ese poder?
- Por que era algo nuevo, un descubrimiento. Me hacía fuerte... Como He-man por ejemplo, que pasaba de ser un chico debil a un ser fuerte e invencible al tener en sus manos la espada mágica. Luego, quise practicar este poder...
- Que coincidencia. He-man obtenia el poder al tener en sus manos una espada. Vos al tener en tus manos el pene de otro muchacho. Vos eras débil?
- No, pero era un chico en ese entonces, y sentí que tener algún poder me ubicaba de otra forma en el mundo, tener un poder me hacia importante.
- Como quien?
- Como mi padre.
- Tu padre tenía poderes?
- No poderes, pero era poderoso. En casa se hacía lo que él indicaba. En la fábrica los obreros le obedecían. De alguna forma él tenía poderes.
- Pero su poder era distinto. O andaba también tocando otros penes para hacerlos erectar?
- Ja, ja, ja. No por Dios! Además, el sexo en casa era un tema que no existía. De eso no se hablaba.
- No existía? Ustedes son siete hermanos. Supongo que no fueron adoptados o se engendraron por intervención divina. Sexo hubo en tu casa, y a la vista, bastante seguido.
- Sí. Pero no era algo de lo que se hablara. En general, en mi casa, el sexo sólo se utilizaba para traer hijos al mundo.
- Volvamos al tema del poder. Tu padre has dicho, era poderoso, aunque sus poderes eran diferentes al tuyo. Y tu madre, tenía algún poder?
- Mi madre tenía poder en la casa. Ella era como una reina que daba ordenes a sus hijos, a la mucama. En algunas oportunidades su poder era mayor al de mi padre.
- Cuando?
- Cuando discutían o se trataba sobre alguna decisión referente a nosotros.
- Y ese poder de tu madre sobre tu padre, era como el tuyo? le tocaba el pene a tu padre y lo hacia tener una erección?
- Ja, ja, ja, ja. Sí, supongo que sí lo tocaba, pero no en público.
- Vos tampoco ejercías ese poder en público... Dejemos este tema acá. Pensalo. Nos vemos en la siguiente sesión - Y me levante del asiento para acompañarlo a la puerta.

Regresé al sillón y traté de recordar las palabras de Gabriel. Fue una sesión muy interesante donde surgieron cosas importantes. Tome mi carpeta e hice algunas anotaciones. Me recosté en el sillón y me quedé mirando el ventanal y el jardín. Tenía unos minutos antes que llegara Fernando, mi segundo paciente del día.

No hay comentarios: