viernes, 30 de octubre de 2009

20 - Tenía un pelaje brilloso

He solicitado ver hoy temprano a Susana, estoy preocupado por su estado. Durante la noche anterior ha vuelto a tener alucinaciones relacionadas con las arañas. Despierta gritando a medianoche luego de una pesadilla y a los gritos reclama que le quiten las arañas del cuerpo, arañas imaginarias obviamente. Lo más extraño del caso es que ella ya ha superado hace semanas la fase de abstinencia del alcohol que podría estar generándole el delirium tremens, por lo que se hace necesario indagar en las causas subyacentes de estas alucinaciones.

Cuando llega Susana se la ve cansada, con mal aspecto fruto de la mala noche que ha tenido y la falta de sueño reparador. Le pido que se siente e inicio la charla.

- Susana, entiendo que has vuelto a tener esas pesadillas.
- No me hable de eso doctor, realmente no quiero tocar el tema
- Susana, es necesario que lo veamos juntos. Necesitamos entender que es lo que le pasa. Confíe por favor. Digame que recuerda de ese sueño
- No doctor, por favor le pido, no me haga recordarlo, mire como se me pone la piel de solo mencionar las arañas, no entiende usted que les tengo pánico? Maldita sea la hora en que empecé a soñar con ellas! Maldita sea la hora en que me internaron acá! Estoy harta! Harta de este lugar! - Irrumpe en gritos y llanto. Le acerco un vaso con agua, espero a que se calme y retomo el diálogo
- Susana, vayamos paso por paso, tratemos de recordar los hechos de su sueño, los hechos previos a que aparezcan las arañas, por favor, esto va a ser importante para entender que le pasa.
- No se doctor - me dice luego de un largo silencio - recuerdo algunas cosas salteadas, no tengo muchos detalles
- Digame aquellas que recuerde
- Estaba caminando por un camino de tierra. Habían campos a los costados, algunos arboles muy pocos, se veían al fondo. No se, no entiendo que hago allí? No recuerdo haber estado en algún lugar así. Era un camino de tierra? Ay, no se doctor, tengo dudas, están muy borrosos los recuerdos.
- Continúe por favor Susana. Estaba usted caminando a la vera de un campo. Que ocurre, que edad tiene usted en el sueño?
- Mi edad actual doctor. Era yo caminando por allí y de repente vi cruzar el camino un poco por delante mío a una liebre o un conejo, no se bien. Creo que sí, era una liebre; por que esas son más grandes que los conejos, sabía usted? - asiento con la cabeza esperando que no abandone el relato - Me llama la atención el animalito, era muy bello, su pelaje era brilloso, corría muy rápidamente. Se internó en el campo y decidí seguirlo. Corrí detrás del animalito tratando de alcanzarlo atravesando un terreno sembrado de trigo dorado, hasta que de repente se terminó el sembradío y estábamos en una zona de tierra árida. La liebre corrió y se escondió en un hueco en la tierra. Yo llegué hasta ese hueco el cual supongo que era su madriguera y... no se, esta muy confuso doctor, yo le dije, no tiene sentido.

Para animarla a recordar, repaso los detalles que hasta ahora ha mencionado. Ella asiente y de a poco se relaja y va completando cada cuadro. Repitiendo o añadiendo detalles a las escenas que me ha relatado.

- Que vio usted en la madriguera del conejo?
- Liebre, doctor, seguro era una liebre
- Sí, la madriguera de la liebre, digame. Que vio?
- Una muñeca
- Una muñeca? - le pregunto sorprendido
- Si, de esas que al cargarlas te decían "Mamá" pero estaba desmembrada. Los brazos de un lado, mas allá las piernas y el tronco. Lo que no estaba era la cabeza. La busqué y nada, no estaba. Pensando que podía estar dentro del agujero, me agaché y metí la mano. Pero mire usted que tarada que fui, mire si había allí adentro alguna víbora u otro bicho que me picara. Hasta la misma liebre podía haberme mordido por defenderse, como voy a meter la mano allí? Ni que fuera una idiota, este sueño no tiene sentido.
- Por lo general los sueños no lo tienen, Susana - le explico - digame, encontró la cabeza de la muñeca dentro de la madriguera de la liebre?
- Sí, allí estaba. La saqué, la miré y de repente empezó a hablar, pero en lugar de decir "Mamá" decía "Mala". Me miraba y decía "Mala, mala, mala" y en eso me desperté. Recuerdo haberme despertado angustiada y sintiendo un cosquilleo, algo que me picaba "allí"...
- Allí? - le pregunto intrigado
- Sí doctor. - Espera unos segundos buscando el término más adecuado- En la chochi.
- En su vagina? - pregunto, tratando de entender a que aludía el eufemismo.
- Sí. - contestó - Instintivamente llevé la mano hasta "allí" y para mi sorpresa descubrí que lo que me picaba era una gran araña peluda que acaba de salir de allí adentro. Ay doctor! No me quiero ni acordar. Estaba allí, la toqué yo misma, no fue mi imaginación. Para peor, detrás de ella salían muchas arañitas mas pequeñas, sus crías. La araña peluda y grande y había tenido crías dentro mío! - Se paró y automáticamente empezó a hacer ademanes como si aún las sintiera y quisiera sacárselas de encima; debí pararme y abrazarla para contenerla y calmarla.

La invité a que se sentara nuevamente y lentamente fuimos recordando juntos los detalles de cada escena del sueño. Como en toda pesadilla, el inconsciente maneja mecanismos de protección que hacen que uno se despierte cuando el desarrollo del sueño lleva a acercarse a algún hecho o evento que se relacione con algún recuerdo que hayamos involuntariamente bloqueado. Por ello era imperativo tratar de entender el significado de esa escena crucial. Susana, con la cabeza de la muñeca en las manos, y esta que le decía "Mala, mala, mala"

- Que piensa usted que eso signifique? - le pregunté
- No tengo idea, doctor
- Que cosas le vienen a la mente asociadas con una muñeca?
- Una nena; pañales; llanto...
- Algo más?
- No doctor
- Dijo usted que esas muñecas eran de las que te decían "Mamá". Tuvo usted alguna vez una de esas muñecas?
- No doctor, cuando yo era niña las muñecas no hablaban
- Pero las conoce... Por que cree usted que la muñeca no le decía "Mama" y en cambio la llamaba "Mala"
- No lo se, doctor

Espere unos momentos en silencio, meditando sobre las reiteradas negativas a avanzar que encontraba en Susana. Para cerrar la sesión la miré y le dije

- Creo que sí lo sabe, Susana, pero aún no esta dispuesta a admitirlo. Piénselo y en nuestra próxima reunión retomaremos desde este punto.

Me levanté y la acompañé hasta la puerta. Se despidió agradecida, como si de alguna forma el compartir este evento conmigo le hubiese sacado un peso de encima.

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