sábado, 24 de octubre de 2009

17 - El peso del éxito

Con Claudio cerraría esa tarde una nueva ronda de sesiones. Sigue presentándose abatido y desaliñado. Llega y se sienta frente a mi, sin esperar a que yo se lo indique, inicia la charla.

- El sueño se sigue repitiendo
- Es lógico, aún no hemos logrado descifrar su mensaje. Tu inconsciente nos esta hablando, gritando, diría yo, a través de este sueño que se repite y no te permite dormir. Retomemos su análisis - le dije e hice una pausa - Entraste a ese gran salón y en la única mesa de ruleta, descubrís a tu padre cumpliendo una función de croupier.
- Sí. Pero él no me reconoce. Tiene una voz y una mirada enojada, es un croupier severo.
- Tu padre es severo con vos?
- Severo no, pero sí exigente. Yo era el elegido de la familia, el hijo mayor, aquel para el cual se había reservado el éxito en la vida. Mi padre quería que yo fuese como él, un profesional. Me lo decía desde pequeño. Como cuando trajo el primer juego de Mecano y se sentó a la mesa conmigo, para explicarme como se podía armar una torre o una grúa, no recuerdo exactamente y me dijo que algún día si yo era ingeniero, construiría esas mismas cosas pero a tamaño natural. Era exigente, como cuando me pedía a los ocho años que le leyera el Buenos Aires Herald en voz alta. Nunca aceptaba que sacara una nota menor a 8. Yo debía ser el mejor, me decía.
- Como es tu relación hoy con él?
- Es menos exigente, pero sigue teniendo esas cosas. Cuando me casé, mi fiesta debía ser la mas grande y con la mejor comida, por ejemplo.
- Con tus hermanos no era exigente?
- Sí, pero no al mismo nivel de exigencia que tuvo conmigo. Lo peor es que cuando logro algo, cuando alcanzo un objetivo, inmediatamente ya está tirándome un nuevo desafío, mayor. Como cuando me recibí de licenciado en administración de empresas. Me abrazó, me felicitó, abrió una botella de champagne esa noche para festejar y delante de toda la familia me preguntó si ya había pensado donde haría el master? Nada es suficiente con él, siempre se puede ir más allá.
- Y vos, ibas más allá? seguías sus indicaciones?
- Por lo general terminaba haciéndole caso, aunque no estuviese de acuerdo
- Y este hecho, que sensaciones te genera?
- A veces me dio bronca al darme cuenta que terminaba haciendo algo para complacerlo
- Como era su relación con Sofía, tu mujer?

Se incomoda un poco frente a la pregunta. Lo agarré con la guardia baja en esta oportunidad. Medita un poco antes de contestarme, como buscando las palabras más adecuadas.

- Distante. No era la chica que el prefería para mí. Sofía era secretaria de un estudio de abogados, no era profesional. Si por él hubiese sido, yo debería haberme casado con Vanesa, una ex novia mía.
- Por que con ella?
- Por que Vanesa es una profesional exitosa, además de ser muy linda. A ella la conocen desde que eramos adolescentes, es más, la siguen recibiendo como cuando Vane y yo eramos novios, como a una hija más. Antes de que me casara con Sofía, mientras eramos novios, más de una vez la comparó con Vanesa. Sofía siempre quedaba detrás en esas comparaciones.
- Que pasó con Vanesa, por que se terminó su relación?
- Ella me dejó. No se bancó que yo no pudiera dedicarle tanto tiempo. Yo estudiaba, trabajaba, iba al gimnasio, todo eso me insumía mucho tiempo, y ella quería más de lo que yo podía darle en ese momento.
- Ella también era exigente con vos, como tu padre.
- Sí. Igual.
- Sofía tu mujer apareció en un momento del sueño. Como apareció ella en tu vida?
- La conocí un día que salía de la casa de mis padres, cuando aún vivía allí. Sofía vivía a la vuelta de la casa de ellos, en la calle Treinta y tres orientales, en Caballito. Iba por la vereda, la miré y ella me miró; me acerque y le ofrecí invitarla a tomar un café. Fue amor a primera vista.
- En que calle vivía ella dijiste?
- Treinta y tres orientales, porqué?
- Treinta y tres... como el número que repetidamente salía en la ruleta de tu sueño, no?
- Sí, que casualidad, no? Como que el numero 33 representa a Sofía.

- En el sueño cuando jugás todo al 33 y ganaste, te pagan con una ficha enorme y pesada, era así?
- Sí, y quebré la banca del casino
- Se terminó el juego
- Sí, así fue.
- Que pensás que eso significa?
- Sabe algo, es raro. Después de casarme con Sofia, de alguna forma Vanesa reaparecía en mi vida ocasionalmente. Ella nunca dejó de gustarme, ni yo a ella, es una hermosa mujer. Y por los últimos dos anios mantuvimos una suerte de relación paralela, solo sexo; cada dos o tres semanas manteníamos un encuentro fugaz, pero apasionado.
- Vos en el sueño jugabas al principio dividido. Le jugabas a mas de un número a la vez.
- Sí. - reflexiona sobre lo que acabo de marcarle- Hace unos meses, cuando Sofía me dice que estaba embarazada, le pedí a Vanesa que dejáramos de vernos, que no era conveniente nuestra relación paralela. Ella se enojó mucho esa noche y me dijo algunas cosas muy duras. Una suerte de maldición.
- Como?
- Me dijo que tenía razón, que era mejor que nos dejáramos de ver, que ella conmigo a veces tenía miedo. Decía que yo iba siempre al límite, que era demasiado arriesgado, que... - se detiene y se quiebra, empieza a llorar; espero a que se calme, y entre sollozos me dice - que algún día iba a generar un gran dolor o iba a terminar matando a alguien por ser tan arriesgado.


Sigue llorando. Es evidente que asocia estas palabras a su propia tragedia familiar. Intento traerlo nuevamente al análisis del sueño, el cual es importante que finalicemos.

- Volvamos al sueño, por favor.
- Creo entender la última parte... Cuando le juego todas las fichas al 33, es decir a Sofía, una de las chicas a mi lado me abandona espantada por lo que había hecho. Para mi eso representa a Vanesa diciéndome que yo arriesgaba demasiado.
- Vos alejas a Vanesa apostando todo a tu relación con Sofía.
- Sí, también. Cuando gané me pagaron con una ficha muy grande, demasiado pesada para llevarla. El juego bruscamente se termina, y mi padre se va del salón llevándose a Sofía, vestida de novia, pero de negro. Sofía se va y está muerta, por eso está vestida de negro. Yo no puedo ir tras de ella y traerla a mi lado, el peso de la ficha me lo impide, todos se ríen de mí. Es como que el peso del éxito, truncó mi felicidad. Deje de ser el protagonista de mi vida para ser un espectador de mi propio drama, yo veía desde afuera todo eso. Cuando alcance la puerta por donde Sofía se fue, esa puerta no se abre, por mas que lo intente; es decir, Sofía ya no está a mi alcance.

Nuevamente se deshace en llanto. mantengo silencio esperando a que se recomponga y decido darle un cierre a la sesión.

- El peso del éxito - repito sus palabras - dejemos acá por hoy, creo que ha sido muy importante lo que hemos visto.

Se despide y quedo sólo nuevamente, repensando lo que acabamos de conversar.

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